CHEQUEO AL JUICIO

¿Por qué uno respondió al fiscal y otro no?

Oriol Junqueras, durante el juicio en el Tribunal Supremo.

Oriol Junqueras, durante el juicio en el Tribunal Supremo. / J. J. GUILLÉN

Jordi Nieva-Fenoll

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Hoy hemos asistido a dos declaraciones largamente esperadas, la de Oriol Junqueras, vicepresidente del Govern de la Generalitat destituido por la aplicación del artículo 155, y la de Joaquim Forn, 'conseller' de Interior y por tanto quien tenía la jefatura del único cuerpo armado existente en Catalunya bajo control de la Generalitat.

Hace mucho que ni les oíamos ni les veíamos, después de haberles tenido en todos los medios de comunicación cotidianamente hasta que fueron hechos presos. Si realmente hubo una rebelión en Catalunya, como afirma la fiscalía, habrían sido justamente estas dos personas -más Carles Puigdemont- los responsables de la misma. Es decir, los jefes de la insurrección y el responsable de las armas, por decirlo así. Porque una rebelión sin armas es muy difícilmente planteable, dicho sea de paso.

Las líneas de defensa que han planteado han sido diametralmente opuestas. Junqueras, igual que su letrado el día anterior, ha optado por defender políticamente sus actos como esencialmente ideológicos y pacíficos. Ha sido una declaración muy larga, aunque menos de lo esperado al negarse a responder las preguntas de la acusación. Es una opción prudente y arriesgada a la vez. Prudente porque no se expone a que las acusaciones le cojan en un renuncio. Arriesgada porque no ha podido desbaratar con sus respuestas las imputaciones de la acusación sobre el uso de violencia, lo que hubiera sido útil y sumamente interesante. Pero eso es justamente lo que ha intentado hacer Forn. Muy hábilmente preguntado por su abogado, ha ido desmontando todos los elementos del delito de rebelión, especialmente el punto más importante: el de la violencia. Y a las preguntas de la fiscalía ha respondido con una precisión más que suficiente a todo lo que se le ha cuestionado. Se notaba una profunda preparación de este interrogatorio, crucial en este proceso.

Diferente por completo es la credibilidad que le merezca al tribunal todo lo que ha dicho. Hay que practicar otras muchas pruebas y otros muchísimos interrogatorios, que sin duda intentarán desbaratar, contradecir o simplemente sustentar esta declaración, que puede haber marcado una importante pauta de actuación en este proceso. Aún es muy pronto para sacar otras conclusiones.

Sin embargo, como va a seguir ocurriendo en este proceso, el punto de la violencia va a salir a relucir en cada sesión. Es esencial. Es el que no aceptaron los jueces alemanes. Violencia, no de cualquier tipo, sino insurreccional. Habrá que separar lo que son los incidentes habituales de cualquier manifestación de lo que es una revuelta.

Se les ha visto serenos, aunque con el nerviosismo propio de un trance de la envergadura de quien se enfrenta a penas de cárcel altísimas. En algún momento ha podido parecer que se expresaban sonrisas o una relajación excesiva, que simplemente son producto de los nervios. Nada de ello debe ser tenido en cuenta para valorar la credibilidad, porque es sumamente desorientador. Lo único que importa es el contenido de la declaración, valorando sobre todo su coherencia interna y su corroboración con otras evidencias del proceso.