Al contrataque

Ni juntos ni revueltos

Podemos no está bien y las tres derechas están difuminadas unas en otras; Sánchez está algo mejor hoy para convocar elecciones que cuando las prometió, hace más de medio año

Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal

Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal / EFE / FERNANDO VILLAR

Cristina Pardo

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No debería sorprender a nadie que la manifestación del domingo en Colón haya animado a Pedro Sánchez a plantearse elecciones. Sobre todo, a los partidos que la organizaron. Nunca había visto una concentración en la que las cabezas pensantes hicieran tantos esfuerzos por diferenciarse unas de otras. El líder de Vox propuso la detención de Quim Torra. El del PP llegaba después de recorrer la semana diciendo un rosario de barbaridades que despertarían al mismísimo Rajoy. Que si “la agenda de Catalunya es la agenda de ETA”, que si la negociación del Gobierno con los independentistas constituye la crisis más grave desde el 23-F... Y luego estaba también el líder de Ciudadanos, que acusó pocos días antes a Pablo Casado de estar inmerso “en una deriva guerracivilista”.

Además, y a pesar de que los tres hicieron las declaraciones en el mismo sitio, en cuanto apareció Albert Rivera, emergieron detrás de él banderas LGTBI; suponemos que para diferenciarse de Santiago Abascal. Como no querían probar el aplausómetro, renunciaron los tres a leer el manifiesto final, que incluía algunas falsedades grotescas. Por otra parte, como no era una foto de la que estuvieran muy seguros, aparecieron en el escenario un montón de subalternos para arropar -y separar- a los líderes. Y si a esto le unimos, para rematar, que no estaba claro cuál era el objetivo de la concentración, la gente se desinfló.

Ninguno terminamos de entender qué era eso del relator. Escuchando sus explicaciones, tampoco la vicepresidenta sabía de qué estaba hablando. A raíz de lo que pasó el domingo, Casado, Rivera y Abascal deberían reflexionar; especialmente el primero, puesto que la capacidad de movilización del PP ha sido siempre fortísima. Cabe preguntarse si los barones, con su apatía, estaban tratando de enfriar a Casado, que está desatado. En definitiva, pareció más bien una competición de españolidad que una protesta sincera por la negociación de Sánchez con los independentistas.

En esta época que nos está tocando vivir, los periodistas nos vemos en serias dificultades para hacer pronósticos. Se ha visto que los políticos también. Conviene medir bien las fuerzas, frente a un presidente que no tiene inconveniente en publicar un 'Manual de resistencia' en el ejercicio de su cargo. Cierto es que en anteriores comicios, los resultados de Sánchez fueron pésimos. Y al final, llegó a la Moncloa. Porque hoy las cosas cambian radicalmente por minutos, salvo en las encuestas del CIS. Podemos no está bien, las tres derechas están difuminadas unas en otras y Sánchez ha tenido momentos peores. Para convocar elecciones, está algo mejor hoy que cuando las prometió, hace más de medio año.