El tablero político

El arte de no negociar

Cuanto peor, mejor, esta es la esencia de la no negociación por parte del peón débil de este desastre

Quim Torra en Catalunya Ràdio

Quim Torra en Catalunya Ràdio / periodico

PERE VILANOVA

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La política es el arte de lo posible. La política es más prosa que poesía. La política es pragmatismo. Tenemos un amplio abanico de frases hechas para facilitar una aproximación al concepto de “negociación”. Pero de la misma manera que hay un arte de la negociación, a veces uno cree asistir a una elocuente exposición de otra cosa: “el arte de no negociar”.

Viene al caso algo que no es anecdótico, el lunes día 11, al día siguiente de la concentración más aznarista (es un neologismo, pero se entiende) en años, Quim Torra se planta en el programa de la mañana de Catalunya Ràdio y Mònica Terribas le pone la habitual alfombra roja. Y Torra se despacha exigiendo que el presidente Sanchez acepte negociar el derecho de autodeterminación de Catalunya con la presencia de un mediador internacional. Como en la película del 'día de la marmota', donde el protagonista se despierta cada día en el mismo punto que el día anterior. ¿No ha pasado nada?

Juego de la gallina

La perspectiva temporal de lo que ha pasado y pasará parece irrelevante. La hipótesis de varias elecciones a corto plazo que producirán efectos a diestro y siniestro, sin presupuestos a la vista ni en Catalunya ni en España,  con cero apoyos internacionales al soberanismo, etcétera... esto ya no es el juego de la gallina. Esto es algo que parece inconcebible al cabo de siete años de la partida hacia Ítaca.

Es igual, algo acabará pasando, piensa Torra, y si no… nos quedaremos como estamos. Nada ha ido a peor en siete años para Catalunya, nadie se acuerda del compromiso -en su día-  de Carles Puigdemont, que es el otro President, de independencia en dieciocho meses. Y nada parece pesar la necesidad de gestionar de otra manera la perspectiva de años de cárcel para los políticos presos. Cuanto peor, mejor, esta es la esencia de la no negociación por parte del peón débil de este desastre. Esto, y la recitación del mantra habitual en los medios de comunicación  supuestamente públicos, que son otro daño colateral del estropicio.