La clave

¿Y si Vox no fuera un suflé?

El tacticismo impide a Sánchez saborear la victoria del domingo

Vista  aerea Manifestación de las derechas en la plaza de Colón de Madrid

Vista aerea Manifestación de las derechas en la plaza de Colón de Madrid / periodico

Albert Sáez

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A quienes gustan de establecer simetrías casi perfectas entre el independentismo y la extrema derecha hoy les tocaría decir que el ultranacionalismo español es un suflé. El pinchazo de la manifestación del domingo es motivo más que suficiente para argumentar como hicieron tras las marchas del 11-S, por cierto exitosas, en Catalunya: un movimiento sin base social, que no tiene mayoría, que se alimenta de la hinchazón que generan algunos medios de comunicación, alentado por líderes irresponsables que pretenden esconder su corrupción y con tintes populistas al querer sustituir en la calle lo que no consiguen en las urnas. Las simetrías analíticas casi nunca coinciden con la realidad. El presunto suflé independentista es un cuerpo electoral que roza los dos millones de votantes, que no son mayoría social, pero que están compactados más allá de los tacticismos de sus líderes. Lo mismo ocurre con Vox porque el suflé del domingo es el del PP de Casado y de Ciudadanos en los últimos meses. Los de Vox fueron todos a la manifestación, en todo caso fallaron el resto que se quedó en casa. Vox es una realidad tangible pero posiblemente con un perímetro social y electoral inferior al que algunos les quieren dar. Esa es la realidad.

En este contexto, el gran triunfador de la manifestación del domingo es Pedro Sánchez. Lástima que el tacticismo monclovita no le permita saborear la victoria porque ahora de lo que se trata, curiosamente, es de hacer caso a los escasos manifestantes y adelantar las elecciones si no le votan los Presupuestos. Cada día tiene su afán y tras la debacle de las tres derechas ahora toca un último empujón al mundo independentista. Y la verdad es que si le sacamos el dramatismo innecesario de los presos preventivos que entran a juicio, parecería que no es tanta la distancia para aceptar iniciar al mismo tiempo un diálogo político con un notario y un temario abierto dentro de aquello que en diciembre se llamó "la seguridad jurídica". Si en esa nueva federación postconvergente que explicaba en este diario Fidel Masreal al PDECat le toca encabezar lista de las generales, lo lógico sería entrar en la negociación.