El juicio de Bankia

Rodrigo Rato y la crisis bancaria

La interferencia de los políticos en el mando de las cajas de ahorros contribuyó a una gestión alejada de la profesionalidad

Ilustración de Maria Titos

Ilustración de Maria Titos / periodico

Joan Tapia

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El juicio por la salida a bolsa de Bankia se ha reanudado y acaba de salir la tercera edición de la obra de Ernesto Ekaizer 'El Libro Negro. Como falló el Banco de España a los ciudadanos'. He aprovechado para releer los capítulos sobre Rodrigo Rato, un personaje desconcertante. Errores aparte, Rato fue sin duda uno de los dirigentes más apreciados del PP. Pero Aznar lo desestimó y ungió sucesor a Mariano Rajoy, que le pareció más previsible.

Rato obtuvo premio de consolación, la dirección general del FMI, uno de los puestos más relevantes de la economía mundial, pero inexplicablemente dimitió antes del fin del mandato. De vuelta a Madrid fue presidente -vendido como providencial- de Caja Madrid, pero acabó destituido. Y ahora está condenado por las 'tarjetas black' de Caja Madrid -que no creó pero no anuló- y acusado por la salida a bolsa de Bankia, que según la fiscalía perjudicó a muchos pequeños accionistas.

El libro de Ekaizer permite ver que la supeditación de las cajas públicas a las comunidades autónomas y otras administraciones fue una de las causas de su fracaso. Caja Madrid era el escenario de una dura batalla por el poder entre el alcalde de la capital, Ruiz Gallardón, y la presidenta de la comunidad, Esperanza Aguirre. La gestión no era lo relevante. En el 2009 Rato le pide a Rajoy, entonces líder de la oposición, presidir la caja y Rajoy acepta. El currículum de Rato permitirá consolidar su autoridad al imponerlo a Aguirre y Gallardón y además lo elimina como posible competidor en el caso de volver a tener otro fracaso electoral. Ya entonces un inteligente financiero me dijo: no entiendo por qué Rato se mete en este lío.

En efecto fue nombrado presidente de Caja Madrid, sin experiencia previa de banquero, por motivos de política interna del PP y porque la aquiescencia de Zapatero -vía Fernández Ordóñez, entonces gobernador del Banco de España- aseguró el apoyo del PP a la reforma de las cajas del Gobierno que permitió un nada exitoso proceso de concentración del sector a través de las fusiones frías.

Los motivos de la destitución

Pero más interesante todavía son los motivos de la destitución en el 2012. Bankia tenía grandes pérdidas y Rato es convocado, en compañía de otros dos banqueros, a una cena por el ministro Luis de Guindos, su antiguo subordinado cuando era vicepresidente. Antes de entrar Rato ya sabe que va a ser purgado porque Cristóbal Montoro, otro antiguo subordinado y entonces ministro de Hacienda, le ha dicho por teléfono: “Tú eres una víctima colateral”. La puntilla la dio en la cena Paco González, entonces y hasta hace muy poco presidente del BBVA, acusado ahora de haber encargado escuchas telefónicas a Villarejo, que le dijo en voz alta: “Tienes que dimitir porque eres del PP, y el Gobierno no puede meter el dinero que Bankia necesita si la preside alguien del PP tan significado como tú”.

Rato llega a la presidencia de Bankia porque lo nombra el PP y es destituido menos de dos años después, cuando Rajoy se enfrenta a la crisis financiera, porque le interesa al PP. La segunda caja española estaba gestionada en función de los intereses y las luchas intestinas de un partido y eso coadyuvó a que no supiera afrontar la tentadora burbuja inmobiliaria. En la misma tentación cayó -también era pública- la Caixa Catalunya, aunque Narcís Serra, con poco ruido, intentó enderezar la entidad con un cambio en la dirección general. Al final también se tuvo que recurrir al FROB.

Josep Pla hizo de profeta cuando dijo que lo peor que les podía pasar a los españoles era que fallara el Banco de España

¿Por qué no paso lo mismo en la primera caja, La Caixa, que se ha convertido en el tercer banco español? Una causa -no la única- es que al ser privada y grande tenía una dirección más profesional que se resistió a ser comandada por la Generalitat. Y el intervencionista Jordi Pujol -paradojas de la vida, quizá recordando los errores de Banca Catalana- transigió.

El libro de Ekaizer explica a fondo la grave crisis que obligó al rescate de la banca por la UE con un crédito al Reino de España que todavía se devuelve y recuerda que Luis Linde, el gobernador que sustituyó a Ordóñez, citó a Josep Pla, que había dicho que lo peor que les podía pasar a los españoles era que fallara el Banco de España. La profecía del escritor catalán se cumplió. Pero hay una reflexión suplementaria. La banca privada directamente no costó dinero a los contribuyentes. El Popular, por ejemplo, acabó comprado, sin ayudas, por el Santander. En cambio, las grandes cajas públicas -similares a lo que habría sido una banca pública- acabaron mal porque el amiguismo y los compromisos primaron sobre la profesionalidad.