el cierre

Conclusiones del 1-1

El duelo copero confirma que el Madrid ha vuelto y que Semedo ha abandonado la timidez

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Axel Torres

Axel Torres

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El Clásico del miércoles dejó una sensación amarga a los aficionados del Barcelona, que se habían acostumbrado a percibir a su equipo más fuerte que al Real Madrid desde que Cristiano Ronaldo y Zinedine Zidane se marcharon del Bernabéu en verano. Que el partido acabara empatado, con un resultado mejor para el visitante que para el local, y que la posesión del balón mediada la primera parte fuera claramente superior al Madrid evidenció que no puede descartarse de manera tan rotunda que el campeón de las tres últimas Champions League sea capaz de repetir de nuevo su hazaña.  

Es evidente que el Madrid ha vuelto. Y lo ha hecho porque es capaz de blindarse de nuevo con su impresionante pareja de centrales, que está regresando al nivel que le permitió ser clave en los últimos títulos europeos. Y porque con Modric Benzema cerca de su mejor tono, la fluidez también ha retornado. Cuando el delantero galo es capaz de convertirse en el tercer generador de fútbol al juntarse con el croata y con Kroos en la zona de tres cuartos, para el Madrid ya no es tan problemático que no esté Cristiano porque el propio volumen de oportunidades es tan alto que resulta casi imposible que alguna no acabe dentro. La propia confianza que le da a Karim sentirse partícipe de la maquinaria de la construcción le facilita también finalizar con más alegría y despreocupación. Saberse reconocido, sentir que su aportación es más visible que aquella que consistía en abrirle espacios al de Madeira con movimientos a menudo más imperceptibles, le entrega una seguridad que cualquier delantero agradece y aprovecha. Aunque la crítica sigue elogiando a Vinícius de forma exagerada, lo que realmente ha permitido al Madrid volver a la parrilla de candidatos a la Champions es que los primeras espadas hayan recuperado su mejor versión.

Y esa debe ser la principal preocupación para el Barcelona: que el Madrid vuelva a competir, y no tanto las dudas que el propio juego pudiera despertar en un choque copero jugado con una ligereza táctica que difícilmente se podría dar en la Copa de Europa. Dio la sensación que lo del rigor defensivo y la atención a los detalles lo dejaron ambos contendientes para noches más relacionadas con la historia, como si la menor dimensión de la Copa del Rey les permitiera expresarse de forma más lúdica y menos rígida.

Adiós a la timidez

La gran noticia en clave azulgrana fue la confirmación del fin de la timidez de Nelson Semedo. Le estaba ocurriendo al lateral portugués lo que a tantos fichajes del Barcelona procedentes de ligas menores: ante el temor de no estar a la altura, optan por lo sencillo y no se atreven a intentar aquello que sí saben hacer y que es lo que llevó al club azulgrana a ficharlos. Entre su primera parte frente al Valencia –no mereció ser sustituido- y su choque entero ante el Madrid, el ex del Benfica dejó claro que puede convertirse en ese defensor rápido para corregir y sorprender y audaz para improvisar y desbordar que necesitan los equipos grandes que buscan decantar el campo hacia una única dirección.