Dos miradas

La perfección

El espectáculo del Cirque du Soleil, 'Messi10', que veremos en octubre, será la crónica anunciada de un gran éxito y de un fracaso. Porque resulta que Messi abomina de la perfección

Josep Maria Fonalleras

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He visto dos espectáculos del Cirque du Soleil. El primero me fascinó, aunque pensaba que me aburriría; el segundo, aunque intuía el aburrimiento, efectivamente me aburrió hasta la somnolencia. Es entonces cuando desarrollé mi particular teoría sobre los montajes de estos atletas canadienses. Son perfectos. Y por eso cansan. Como es sabido, la perfección genera un aburrimiento colosal. Ya lo decía Paul Valéry: "Un poema no se termina nunca; se abandona". El poeta, que ciertamente busca la perfección de la forma, se da cuenta, en un momento dado, que una investigación como esta es estéril. Es mucho mejor dejarlo correr, que es lo que también pensaba Balzac cuando escribió 'La obra maestra desconocida'. El pintor Frenhofer, obsesionado en retratar la perfección, no logra sino la cima de la nada.

En los espectáculos del Cirque du Soleil incluso los payasos, abiertos a la improvisación, son perfectos. No hay voltereta, equilibrio o salto mortal que no esté pautado. También será así con el 'Messi10' que veremos en octubre. Será la crónica anunciada de un gran éxito. Y de un fracaso. Porque resulta que Messi abomina de la perfección. Si siempre hiciera heroicidades estéticas, si siempre fuera sublime, acabaría empalagando. Cuando las ejecuta, brillan porque estallan en el cielo de la imperfección. Y esta es una gracia que CdS no se puede permitir. Son destellos de belleza, repentinos fuegos artificiales. Y no la continuada y fría obra perfecta.