LARGO PLAZO

La crisis de los bancos

Las cuentas de resultados de los grandes bancos españoles tienen en común un mismo problema: prestar dinero y captar depósitos no es hoy en día negocio

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Olga Grau

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Las cuentas de resultados de los grandes bancos españoles tienen en común un mismo problema: prestar dinero y captar depósitos no es hoy en día negocio. Esto se aprecia, un año más, en la debilidad del margen de intereses del 2018. Se trata de un indicador clave para evaluar la salud del sector financiero ya que esa primera línea de la cuenta de resultados del banco refleja lo que este realmente gana por su negocio tradicional de toda la vida que consiste en prestar dinero (cobrar al cliente por ello un interés) y captar depósitos (se remunera al cliente su cuenta).

Si nos fijamos en los grandes bancos, el margen de interés del Santander en el 2018 mejoró un exiguo 0,1%; el del BBVA cayó un 0,9%, Bankia logró elevarlo un 4,1% (pero hubiera caído un 9,6% de haberse incluido la totalidad de los resultados de BMN); CaixaBank lo elevó un 3,4%, el Sabadell lo redujo un 3,3%, mientras que Bankinter lo subió un 5,8%. Los bancos logran mejorar este primer impacto añadiendo ingresos por comisiones, dividendos, ventas de productos fuera de balance como seguros y fondos de pensiones y ajustando costes. Así llegan a la última línea de la cuenta que es el beneficio neto, que mejora en todos los casos excepto en el del Sabadell por el impacto de su filial británica TSB inmersa en el ‘brexit’.

Las causas de que el negocio bancario hoy ya no sea tal negocio son diversas. La primera es que los tipos de interés siguen en el 0% en Europa como consecuencia de la crisis financiera cuyos tentáculos todavía siguen aferrados a los mercados. En el 2018, la economía española cerró con un alza del 2,5%, una décima menos de lo esperado, en un entorno de debilidad económica de Alemania, con una Italia que ha entrado en recesión, una Francia en plena batalla campal de protestas contra Macron y con Gran Bretaña cada vez más cerca de dejar la Unión Europea sin acuerdo.

El contexto político se está trasladando a la economía y al consumo y el BCE ha alejado las expectativas de subidas de los tipos de interés a corto plazo. Para la banca, que todavía está drenando créditos morosos, los tipos de interés al 0% son un golpe mortal a esa primera línea de su cuenta de resultados, el margen de intermediación.

Y no es el único problema que arrastra el sector, y que tiene reflejo en su acción, ya que la inseguridad jurídica que generan todas las demandas por cláusulas suelo y por otros productos abusivos siguen siendo un contingente muy importante a tener en cuenta. A los bancos se les suman otros riesgos procedentes de la digitalización. Y aunque los empleados de la banca no paralizan la Gran Via como los taxistas en contra de Uber y Cabify, muchos de ellos están perdiendo sus empleos por la revolución tecnológica. CaixaBank está en un proceso para despedir a más de 2.000 trabajadores en un reconocimiento claro de que la red está sobredimensionada para la nueva realidad.

El sector no afronta un momento fácil a nivel económico, pero menos todavía en el plano reputacional. Y poco ayuda a mejorar la imagen del conjunto el escándalo de las escuchas ilegales contratadas presuntamente por el BBVA al excomisario Villarejo para espiar a sus enemigos. El que fue el presidente ejecutivo del banco en la época, Francisco González, se aferra incomprensiblemente al cargo de presidente de honor y de la fundación mientras dura la investigación interna a pesar de las advertencias procedentes del Banco de España y del BCE. Hay decisiones que deben tomarse a tiempo por el bien del sector, de los accionistas, de los clientes y de los empleados. La mala reputación no se gana sola.