Conflicto laboral
Por qué deberías apoyar a los taxistas
El taxi es un servicio público que hay que proteger, la liberalización es perjudicial porque, como siempre, hará más millonarios a unos pocos a costa de la precarización de muchos
Lucía Etxebarria
Escritora
Lucía Etxebarria
Hace diez años, cuando llegó la crisis, a Jose, albañil, le echaron del trabajo. Tenía 44 años, era imposible que encontrara otro. Con la indemnización y lo que le prestaron los padres, compró una licencia de taxi. Ciento cincuenta mil euros le costó la broma. Y no fue en 'b'. De esos, 3.000 se los llevó el ayuntamiento, y un 23% Hacienda. Tanto la Administración central como la municipal alentaban una práctica legal pero absolutamente inmoral, la reventa de licencias y la correspondiente burbuja, porque se enriquecían con ello.
Pablo Casado acaba de proponer la liberalización del sector del taxi. Esto hundiría a Jose y a tantos como Jose. Y parece que hay cientos de miles de personas en redes que se alegran de su desgracia, de que le vayan a desahuciar y de que su familia se muera de hambre. Y encima le dicen que la culpa fue suya. El ayuntamiento y el Gobierno no tuvieron que ver, por lo visto.
¿Os acordáis de cuando nos vendieron la moto con Airbnb y la economía colaborativa? Hoy, yo vivo en un barrio en el que el 20% de los pisos son turísticos. Esto ha encarecido el alquiler: un piso de cuatro habitaciones está a 2.000 euros. Eso si lo encuentras, claro. Y los pisos turísticos no son de particulares. Son de fondos de inversión, en general. Nada de economía colaborativa.
El taxi es un servicio público que hay que proteger porque las licencias son una concesión administrativa regulada y porque son las administraciones las que regulan las tarifas. La liberalización es perjudicial porque, como siempre, hará más millonarios a unos pocos a costa de la precarización de unos muchos. Los conductores de Cabify cobran 800 euros por jornadas de 66 horas: 11 horas diarias, seis días por semana.
La liberalización del sector sería un golpe traidor a la clase obrera. No os extrañe que sea la extrema derecha la que la proponga. Los taxistas caen mal. No se comunican bien, no tienen dinero para campañas de relaciones públicas ni de redes sociales, no tienen estudios ni retórica. Pero algo tienen: la razón.
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