LA CLAVE

El homeópata Puigdemont

La credulidad y la desesperación son pasto de los chamanes de la seudociencia, que ahora recetan la Crida para diluir JxCat, en el que se diluyó el PDECat, en el que se diluyó CDC...

Carles Puigdemont recibe el aplauso de los asistentes al congreso de la Crida tras su discurso en la clausura del congreso constituyente.

Carles Puigdemont recibe el aplauso de los asistentes al congreso de la Crida tras su discurso en la clausura del congreso constituyente. / JORDI COTRINA

ENRIC HERNÀNDEZ

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La Crida per la República, el último artefacto pergeñado por Carles Puigdemont para intentar seguir en el candelero, nace con taras de fábrica. Sus impulsores la presentan formalmente como una "asociación" para no herir la susceptibilidades del PDECat, al que pretenden deglutir, pero cada dos por tres se les escapa que será una formación política, tal como la han inscrito en el registro del Ministerio del Interior. Como partido clandestino, pues, la Crida ha llegado para hacer exactamente lo contrario de lo que proclama: clama por la unidad de los independentistas, pero aspira a subordinar a los rivales bajo su yugo.

Cuenta para esta misión con la Presidència de la Generalitat, el aparato de propaganda mediática que vocifera las gestas del 'procés', un activista preso a la espera de juicio y, sobre todo, un 'expresident' retirado en Waterloo con el Twitter muy largo y la memoria muy corta. Tan corta, que incluso se postula para otra investidura como a aquella a la que no asistió, y se ofrece al Supremo a "explicar toda la verdad" --por videoconferencia-- en el juicio del 1-O, olvidando que en el banquillo de los acusados se sentarán  sus subordinados en el Govern, a los que abandonó a su suerte.

VETOS Y HUMILLACIONES

A medio camino entre la entidad cívica que finge ser y el partido que será, la Crida de Puigdemont, lejos de tejer complicidades, enmaraña aún más el ovillo independentista. Entra en liza por un lado con la Assemblea Nacional Catalana (ANC), dividida y desnortada, y con Òmnium Cultural, decidida a alejarse de la pugna partidista; y por el otro con Esquerra, CUP y PDECatEsquerraCUP PDECat, al que pretende fagocitar mediante vetos y humillaciones. Tras la campaña de acoso y derribo a la que el 'expresident' sometió a Marta Pascal, ahora le toca el turno a Neus Munté, ungida por la militancia de Barcelona pero a la que no quiere siquiera en las listas.

Si CDC se diluyó en el PDECat y este en JxCat, el homeópata de Waterloo busca ahora disolverlos a todos en la Crida. La desesperación y la credulidad son pasto de los chamanes de la seudociencia.