Rescate de Julen
¿Y la autocrítica de la audiencia?
Existe mala praxis en el periodismo, pero la opinión pública debe preguntarse por qué premia con audiencia al periodismo sensacionalista
Joan Cañete Bayle
Subdirector de EL PERIÓDICO.
Periodista y escritor. Transición digital y audiencias. Entre otros trabajos, ha sido corresponsal en Jerusalén y Washington DC. Autor de las novelas 'Expediente Bagdad' (junto a Eugenio García Gascón) y 'Parte de la Felicidad que Traes', y del ensayo sobre el conflicto palestino-israelí 'Muros, bosques, tumbas: Un periodista en Jerusalén'
JOAN CAÑETE BAYLE
Como suele suceder, durante el drama del rescate del pequeño Julen las redes sociales se han llenado de comentarios muy críticos con la cobertura de “los medios”, así, en general. Circo, carroñeros, sensacionalismo, falta de escrúpulos por la audiencia… son algunas de las (des)calificaciones proferidas contra la cobertura de “los medios” (así, en general), desde un lugar, las redes, donde todo se mide por las métricas (likes, followers, retuits…). Es decir, por la audiencia pura y dura.
Las pruebas de cargo contra el periodismo español son múltiples y variadas, mezclando equivocaciones (datos erróneos sobre a qué distancia del pequeño estaban los mineros); formatos (los largos programas especiales en directo); géneros (las entrevistas a familiares, los tertulianos todólogos, los reportajes lacrimógenos); línea editorial (¿por qué tanta atención a un niño y tan poco a los que mueren a diario en el Mediterráneo?) y estilos (tal o cual presentadora de tal o cual programa). Veredicto: el periodismo español jamás había sido tan malo, el sensacionalismo (palabra fetiche) todo lo impregna, los medios (así, en general) son herramientas de desinformación y manipulación, ávidas aves rapaces sedientos de audiencia a cualquier precio.
Mala praxis
Por supuesto, ha habido casos de mala praxis periodística en la cobertura del drama de Julen. Ha habido errores, y también ha habido sensacionalismo y pornografía sentimental. Los criterios de noticiabilidad que le dan más importancia a la vida de un niño cercano que a la de mil lejanos son obscenos. Algunos medios olvidan que el hecho de ser empresas privadas con ánimo de lucro no les exime de su responsabilidad social. El todólogo La autocrítica es necesaria. ¿Hasta qué punto es necesario hablar de las víctimas y su entorno en tragedias y sucesos? Sería conveniente un pacto entre medios y sociedad sobre este punto.
Pero la opinión pública también debe reflexionar y ejercitar la autocrítica. La audiencia de las informaciones sobre Julen ha sido altísima. En el eterno debate del huevo y la gallina -la audiencia consume lo que le dan y si no se lo dan no lo consume- la mutiplicidad de emisores pone en evidencia la falsa inocencia de la opinión pública. Como no “todos los medios” son iguales, uno podía informarse sobre lo que sucedía en Totalán sin clicar ni ver informaciones sensacionalistas. Y sin embargo, la audiencia premia a los que después llaman carroñeros en las redes. Sucedió con Julen, y sucede cada día. Igual ayudaría a frenar el sensacionalismo dejarse de posturismo en busca de likes (audiencia) y empezar a ejercer la responsabilidad sobre qué información se consume.
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