ANÁLISIS

Menos mal que ganan

Messi y Alba celebran el 0-2.

Messi y Alba celebran el 0-2. / periodico

Sònia Gelmà

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“Menos mal que hemos ganado...”, reprochaba Jordi Alba con un punto de ironía al periodista de Bein Sports Ricardo Rosety que, minutos después de acabar el partido, le preguntaba reiteradamente por las dificultades que les había hecho pasar el Girona. Seguramente Alba no quería enviar el mensaje de que solo importa el resultado. No puede ser así porqué él formaba parte de aquel equipo que tantos elogios recibía no solo por lo qué ganaba, sino especialmente por cómo lo hacía. Si algún equipo no puede remitirse únicamente al resultado, ese es el Barça, por respeto a su pasado reciente.

Pero si, tal como se podría simplificar, el único objetivo del Barça fuera tener un gol más que el rival cuando el árbitro pitara el final, bastaría con usar una de esas aplicaciones para el teléfono móvil que permite informarse al instante. Uno se pone una alarma al final del partido y puede aprovechar mejor el tiempo, más cuando se juega a esa hora tan complicada como es la de la siesta.

Sería injusto reclamarle la perfección a un equipo, que consiga jugar bien toda una temporada. Todos pasan por buenos y malos momentos, y por eso resulta comprensible que haya épocas de la temporada en la que simplemente exijamos la supervivencia. Suelen ser etapas provocadas por lesiones o un calendario muy apretado. Tradicionalmente, el mes de enero es uno de esos momentos. Ni los jugadores pueden ir siempre al máximo, ni el espectáculo puede ser siempre de diez. El problema llega cuando se intercambian los papeles y el mal juego durante la temporada deja de ser la excepción para pasar a ser la norma.

Y ahora mismo, la excepción de este equipo es el mes de octubre, cuando el equipo demostró que no se ha olvidado de jugar bien. Aquel paréntesis sirve para los optimistas, como el recuerdo al que aferrarse con la esperanza de que se repita en cuanto empiece el tramo decisivo de la temporada. Pero esa misma referencia nos hace más incomprensible el porqué del juego que hemos visto el resto del curso.

La Copa es perjudicial

Tras las experiencias de las últimas temporadas, se ha llegado a un consenso en el vestuario: el desgaste de la Copa ha acabado siendo perjudicial para objetivos mayores. Así pues, aunque no sea el estilo de Valverde, siempre reacio a las rotaciones, el técnico ha tomado nota de todas las reflexiones que le hicieron llegar desde la directiva y el vestuario, y ha actuado en consecuencia. Pero si han pasado a jugar un partido por semana, no parecería necesaria tanta regulación. Porque esa es la sensación que transmite la plantilla, que siguen dosificándose para cuando llegue la Champions.

Sacrificada la Copa -a la espera de lo que pueda pasar ante el Sevilla-, y sacrificado el camino durante la liga, solo podemos esperar que se consiga la ansiada Champions. Mientras tanto, vayan descontando partidos, y si el fin de semana tienen algún compromiso, no lo duden, pinta que el resumen será mejor que el partido.