Combatir la pobreza infantil

Infancia y presupuestos

Es urgente cambiar el rumbo de la agenda política en Catalunya e iniciar políticas focalizadas en las familias que están sufriendo las formas más severas de pobreza

Una madre con su hija

Una madre con su hija / FERRAN NADEU

Beatriz Silva

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Catalunya tiene un nivel de riqueza propio de un país desarrollado de la Europa Occidental, pero un nivel de pobreza infantil equivalente al de los países más pobres de la Unión Europea. Desde hace años organismos como la OCDE, Eurostat y el propio Idescat reiteran, informe tras informe, que en el contexto europeo, solo dos países tienen más pobreza infantil: Rumanía y BulgariaRumaníaBulgaria. Sin embargo, si comparamos la riqueza de Catalunya con estos dos países, constatamos que la renta per cápita de Rumanía es de 9.600 euros y la de Bulgaria, de 7.300 euros. Muy lejos de los casi 30.000 euros de Catalunya.

La infancia no ha sido una prioridad política de los gobiernos catalanes en los últimos años. Y no lo ha sido durante una crisis económica que ha tenido consecuencias devastadoras para las familias más vulnerables que han sufrido en mayor medida que el conjunto de la población los recortes y las políticas de austeridad.

Vivir bajo el umbral de la pobreza

Según las últimas cifras de Idescat, el 28,5% de los niños y niñas en Catalunya viven bajo el umbral de la pobreza. ¿Qué significa esto? Que viven en familias que están al límite. Que no pueden permitirse consumir alimentos indispensables para su desarrollo, como pescado, carne, fruta o verdura. Que no siempre pueden tener ropa apropiada para la época del año, participar de las salidas escolares o disponer de libros de texto. Hay meses en que estas familias no pueden hacer frente a gastos básicos como las facturas de aguagas y electricidad, ni tampoco calentar sus viviendas. Vivir bajo el nivel de la pobreza en Catalunya se traduce también en no poder acceder a una vivienda digna, en familias que comparten pisos sobreocupados, que ocupan ilegalmente, sufren desahucios o continuos cambios de domicilio. Todo esto afecta el desarrollo físico, cognitivo y emocional de los niños y niñas que viven esta realidad con angustia y miedo.

Hace unos meses, Najat El Hachmi describía algunas de estas situaciones en un artículo publicado en estas páginas titulado ‘La gran diferencia’. Ella hablaba de lo que implica crecer en un hogar donde en invierno se pasa frío, donde no hay espacio para hacer los deberes o en el que la única compañía es la televisión porque los padres trabajan todas las horas que haga falta para sobrevivir. Ponía de manifiesto la desigualdad que se manifiesta de manera más sangrante en nuestra infancia.

La infancia, olvidada en los presupuestos

Los presupuestos que prepara el Govern deberían tener como prioridad reforzar las políticas sociales que se han visto gravemente deterioradas en los últimos años. Pero tendrían, por sobre otras cuestiones, que poner a la infancia en primer lugar. Porque ha sido la gran olvidada de estos años.

Catalunya no solo tiene más pobreza infantil que la media europea, sino que la situación es más grave cuanto más severos son los indicadores que la miden. Si utilizamos los umbrales que capturan las formas más agudas, la pobreza infantil en Catalunyaa es el 46,5% más alta que la media de la UE. En concreto tenemos el 14,6% de pobreza infantil severa.

¿Cómo se explican estas cifras en una economía que dispone anualmente de un presupuesto global de 35.000 millones de euros? Porque la crisis provocó una grave caída de los ingresos de las familias más pobres, sobre todo de los hogares que tenían hijos e hijas a su cargo, que siguen sin recuperarse. Y porque al mismo tiempo destinamos nuestros recursos a otras cuestiones.

Extranjeros y familias monomarentales

Es urgente cambiar el rumbo de la agenda política y poner en marcha políticas focalizadas en las familias que están sufriendo las formas más severas de pobreza. En estos momentos, el 60% de los niños y niñas de familias de origen extracomunitario viven bajo el nivel de la pobreza en Catalunya. Y el 40% de las familias monomarentales.

En el pleno monográfico sobre la infancia celebrado antes de Navidad en el Parlament, el Grupo socialista cuantificó las 96 medidas de choque que sometió a votación en 600 millones de euros. No estamos hablando de cifras inasumibles para la economía catalana.

El Gobierno socialista de Pedro Sánchez ha sido capaz en pocos meses de poner sobre la mesa recursos para mejorar la situación de la infancia con unos Presupuestos heredados del Partido Popular. Los Presupuestos que se han presentado ahora en el Congreso incluyen partidas que permitirían sacar a 82.000 menores de la pobreza severa. También contemplan, entre otros recursos, 150 millones de euros extra para becas, 50 millones para material escolar y 30 millones para escuelas infantiles. La partida de protección familiar implica un aumento de 266 millones de euros con respecto al 2018. Para Catalunya, contemplan, entre otras cosas, más de 77 millones de euros para becas y 3 millones para comedores infantiles, que beneficiarían a 5.117 niños y niñas. Es, además, la primera vez que unos Presupuestos Generales del Estado se acompañan de un informe de impacto en la infancia.

Mejorar la situación de nuestros niños y niñas depende en gran parte de la aprobación de estos Presupuestos, que significarían para Catalunya 2.261 millones de euros que podrían dedicarse a mejorar la situación de la infancia más vulnerable. No podemos seguir permitiéndonos tener niveles de pobreza infantil anómalos en relación a nuestra riqueza. Incluso Rumanía es más generosa en estos momentos con las prestaciones a las familias con hijos a cargo. Y lo seguirá siendo si estos Presupuestos no salen adelante.