Opinión | Editorial

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La Crida pide unidad desde la unanimidad

Puigdemont rechaza "exclusiones" y "vetos", pero no parece que estos propósitos convenzan a ERC

Carles Puigdemont recibe el aplauso de los asistentes al congreso de la Crida tras su discurso en la clausura del congreso constituyente.

Carles Puigdemont recibe el aplauso de los asistentes al congreso de la Crida tras su discurso en la clausura del congreso constituyente. / JORDI COTRINA

La Crida se constituyó el pasado sábado bajo la consigna de llamar a la unidad de las fuerzas independentistas. Pero tanto el ideario, la organización y el desarrollo del acto no pudieron ocultar la contradicción de que los que piden unidad son los últimos llegados al espacio secesionista y lo hacen con la creación de un nuevo partido que aumenta el número de fuerzas políticas que se reclaman independentistas, caminando, pues, en sentido contrario de la unificación.

Aunque la Crida se presenta como un movimiento, lo cierto es que está registrada desde el 8 de enero como partido en el Ministerio del Interior, tiene una voluntad clara de concurrir a las elecciones -parece que no con ese nombre en las municipales y europeas, según su secretario general- y ha aprobado un programa en el que se fija el objetivo de la independencia de Catalunya mediante el diálogo con el Estado, pero admitiendo la desobediencia civil pacífica y sin renunciar en última instancia a la vía unilateral, que se enmascara con expresiones como "ejercer la soberanía plena gracias al apoyo de la voluntad mayoritaria de la ciudadanía", es decir, si se produce el momentum del que habla el presidente de la Generalitat, Quim Torra.

El desarrollo del acto constitutivo no pudo ser más parecido al de un partido político, y además de los que obedecen sin duda alguna a un líder y a unas ideas. No hubo enmiendas ni discusión sobre cuestiones de la vida cotidiana de los catalanes, la ponencia política y la organizativa se aprobaron sin debate y la lista alternativa a la oficial, que se presentó desde el primer momento como "complementaria", solo colocó a dos miembros en la dirección de 19.

Después de haber vetado hace poco a Marta Pascal en el PDECat, Carles Puigdemont  rechazó en su discurso virtual "exclusiones" y "vetos", pero no parece que estos propósitos convenzan a ERC, verdadero objetivo de los cañonazos de la Crida. ERC -y también la CUP- se niega a integrarse en listas únicas ni para la alcaldía de Barcelona ni para las europeas, porque sostiene que los dos partidos independentistas suman más separados que juntos. Y tiene buenas razones para ello, demostradas en los resultados de las autonómicas en las que concurrieron unidos en Junts pel Sí. El otro objetivo de la Crida es acabar con el PDECat, una parte del cual se resiste a incorporarse a lo que, de momento, es solo el nuevo nombre de los seguidores de Puigdemont. La batalla en el PDECat determinará el futuro de la Crida.