Dos miradas

Se nos va de las manos

La democracia se va yendo cuando no se reprocha la agresión a un concejal de Cs, al tiempo que hay políticos que callan, periodistas que intoxican e intelectuales transmutados en 'hooligans'

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Emma Riverola

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La nariz ensangrentada y un coro de rostros airados que escupen desprecio. Esta escena es la que dejó la visita de una comitiva de Ciudadanos a Torroella de Montgrí. El ayuntamiento les negó el permiso para levantar una carpa. Un grupo organizó el acto de rechazo. Y unas manos se sintieron legitimadas para golpear y lanzar objetos, también esa lata que impactó en el rostro de un concejal de Cs de Blanesun concejal de Cs de Blanes. Unos incontrolados, dicen algunos.

"Qué queréis que os diga, hoy más orgulloso que nunca de Torroella de Montgrí y de nuestra gente. #FreeBassa". Este es el mensaje que publicó en Twitter el alcalde de la población, Josep Maria Rufí Pagès (ERC), después de la agresión. También compartió el tuit de otro usuario que acusaba a Carlos Carrizosa (Cs) de provocador. Veinticuatro horas más tarde, cuesta encontrar un solo reproche de los líderes independentistas, excepto la condena del edil del PDECat de Blanes Joel Comas Basté. ¿Es esta la democracia que se reivindica? ¿Es este el nivel de tolerancia? La violencia no es de quien la provoca, sino de quien la ejerce. ¿Cómo, si no, puede dirimirse la justicia? ¿Quién marca el límite de la provocación?

Políticos que callan, periodistas que intoxican, intelectuales transmutados en hooligans, programas semanales dedicados a alimentar el victimismo, a tachar de fascistas a los que piensan diferente… Sí, es cierto, esto va de democracia. Y se nos está yendo de las manos.