Análisis

El 'oráculo de Boston'

Las dos almas del capitalismo vuelven a debatir apasionadamente en el Foro de Davos

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Albert Sáez

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El Foro de Davos está pasando por debajo del radar del ruido en las redes. La ausencia de Trump que siempre garantiza el espectáculo ha convertido en protagonista a un Bolsonaro que no tiene nada sustancial que decir en un foro en el que no sirve el grito sino la argumentación. Intramuros de Davos ha causado estupor una carta que ha remitido a los asistentes, y que ha recigo The New York Times,  el llamado oráculo de BostonSeth Klarman, un inversor atípico que ha llegado a devolver fondos a sus clientes porque no encontraba dónde aplicarlo cabalmente. Klarman alerta de una inminente nueva crisis financiera provocada por el exceso de endeudamiento de los estados, especialmente de Estados Unidos y algunos países europeos. Lo atípico de Klarman es que para denunciar el exceso de déficit no utiliza los clásicos agumentos neoliberales ni la austeridad germánica. El oráculo de Boston considera que este exceso de gasto público viene provocado por la fata de sensibilidad de determinados inversores que no entienden que las tensiones sociales y políticas son una "calamidad económica" y se dejan impresionar por personajes como Trump. La carta acaba con algo de esperanza pero el mísil ya está lanzado.

Continúa, pues en Davos, el debate entre las dos almas del capitalismo. La que encarnan TrumpBolsonaro y compañía que exprime los miedos del dinero a la globalización y a la pérdida de márgenes de beneficio para imponer un programa neoliberal y una agenda de extrema derecha y la que pretenden representar gente como Macron, Merkel y en algunos momentos Pedro Sánchez, partidarios de entender que sin cohesión social, fruto de repartir algo más la riqueza, sea vía salarios o impuestos, vamos a la calamidad económica. Las elites han jugado un triste papel en el mundo desde el año 2008. Han estado lentas, perezosas, desorientadas, poco creativas, excesivamente conservadoras. Parece que gente como el oráculo de Boston quieren remover ahora las aguas ante el imparable avance de la extrema derecha que tiene muchos atributos pero que es intrínsecamente "iliberal" que gusta decir ahora.

¿Quién puede jugar en España ese papel de oráculo del alma inteligente del capitalismo? No parece que lo pueda hacer el PP de Pablo Casado que ha quedado anclado en el tacherismo de Aznar propio de los años 90 del siglo pasado. Y a Luis Garicano de Ciudadanos le cortocircuitan permanentemente los tacticismos de Rivera. Tampoco parece que entre el empresariado haya voces en este sentido. Un presidente de la CEOE al que solo le interesa ponerse un sueldo no parece una opción muy de fiar. Nos queda, como siempre, lo que puede decir este foro de empresarios y académicos que es el Cercle d'Economioa acuciado ahora por el tema catalán. Acaso en algunos momentos economistas como Jordi Sevilla han sabido y querido jugar este papel pero han caído del lado de la gestión. Así que por estos parajes andamos aún más perdidos que en las heladas montañas de Davos. Sigamos atentamente lo que se irradia desde allí. 

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