El proceso soberanista

El bautizo de la Crida

La Crida llega para hacer de partido y por tiempo indefinido porque aspira a convertirse en el macho alfa de los partidos soberanistas

Puigdemont, en el acto fundacional de la Crida

Puigdemont, en el acto fundacional de la Crida / JOSEP LAGO

Josep Martí Blanch

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La Crida viene para hacer la independencia y después se disolverá” (Elsa Artadi). “La Crida nace para aglutinar i sumar. Nunca dividirá ni fragmentará. Nacemos como movimiento político y no como partido” (Jordi Sànchez).

Sobre lo primero, largo me lo fiais. En formulación de la 'consellera' Artadi parecería que la independencia es para mañana y, por tanto, la vida de La Crida será cortísima como la de la mosca del vinagre. Como no es así, porque a pesar de los discursos de ida y vuelta semántica el independentismo ha aterrizado, la Crida viene para quedarse y para ocupar un espacio político. Llega para hacer de partido y por tiempo indefinido.

Sobre lo segundo, no dividirá ni fragmentará siempre que el PDECat pase por el aro y se abstenga de querer ser algo más que un llavero, una boina o cualquier otro complemento subsumido a los designios y a la estrategia de la Crida, que aspira a convertirse en el macho alfa de los partidos soberanistas.

Hay quien quiere ver en la Crida una nueva mutación del gen convergente. Puede que lo sea. Pero lo cierto es que, a fuerza de mutaciones, al final el gen ya no resulta reconocible. Un partido que va a competir con el voto a la CUP y con el voto más izquierdista de ERC es algo más que una mutación. Si estuviéramos hablando de individuos estaríamos delante de un cambio de sexo, no de un cambio de estilo.

¿Resistirá el PDECat? Lo va a tener difícil. Primero, porque a los cargos orgánicos e institucionales les cuesta arriesgar y no acostumbran a hacerlo hasta que resulta visible qué es lo que van a ganar y perder caso de hacerlo. No es sencillo responderse a la pregunta de dónde va a ser más fácil seguir siendo alguien políticamente hablando. Segundo, porque les cuesta asumir desde el presente que muchos de ellos en realidad no van a ser un activo de ninguna clase para la Crida porque huelen demasiado a PDECat o, lo que es peor, a convergente. Tercero, porque van a sufrir el doble chantaje del exilio (Puigdemont) y de la cárcel (Sánchez) a la hora de determinar que la Crida es el único santo grial. Y nadie le rechista en público a un preso o a un exiliado, aunque se piense -incluso vehementemente- que no tienen ninguna razón.