El todo o nada es un mal negocio
Podemos se ha vuelto a equivocar al exigir el máximo y perjudicar a los que viven de alquiler
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
Joan Tapia
Esta semana Podemos ha tumbado -junto a ERC, PP y Cs- el decreto del Gobierno para impulsar la equidad en el régimen de alquiler, cuyo punto principal era elevar la duración de los contratos de tres a cinco años.
La razón ha sido que el decreto no permitía a los municipios el control de los alquileres en las zonas urbanas más disparadas. La consecuencia es que, porque el decreto no contenía lo más (el control de alquileres), los ciudadanos van a perder las otras ventajas que allí se establecían. Es un vicio de los partidos maximalistas: si no logramos lo que creemos mejor, no nos interesan las otras mejoras. O todo o nada. El resultado es nada.
Pero, además, el control de alquileres es una opción discutible. Cierto que las fuertes alzas de los alquileres son un grave problema en las ciudades dinámicas de toda Europa. Pero el control puede ser contraproducente. Desincentiva la construcción de este tipo de viviendas y, a medio plazo, restringe la oferta e impulsa el alza de precios. El caso de manual es la famosa LAU (ley de arrendamientos urbanos) de Franco, que al congelar los alquileres asesinó la oferta de viviendas en alquiler.
Aminorar los efectos perversos del alza de alquileres (y en especial en las zonas que los municipios están mimando, como en Barcelona, en Sant Antoni) es complicado. Exige aumentar la movilidad porque el riesgo es que se acabe expulsando a los perceptores de rentas bajas (y jubilados) que viven de alquiler y beneficiando solo a los que tienen el piso en propiedad, que tendrán una sustanciosa plusvalía si lo ponen a la venta.
Hay dos grandes culpables. Uno, la LAU de Franco que casi destruyó el régimen de alquiler. Recuerdo que en los primeros setenta a un amigo que tenía un piso en alquiler (heredado de su madre), le costaba casi lo mismo el párking del Seiscientos que el alquiler mensual. La otra gran carencia es la falta de vivienda pública. Los ayuntamientos democráticos han preferido inversiones más vistosas y han huido de la impopularidad que ocasiona toda gestión severa de los alquileres. Por sociales que sean.
Ahora Podemos se ha equivocado y el régimen de alquileres seguirá igual. Y si el PSOE hubiera cedido ante Pablo Iglesias, tampoco habría cambiado nada porque en este caso ni el PDECat ni el PNV, con argumentos sólidos, habrían votado a favor.
El todo o nada, lleva al nada. Es algo que Podemos no entiende y que ERC (incluso respecto a la independencia), tampoco.
El drama, el exclusivismo
El drama de Iglesias es el exclusivismo, cree que tiene el monopolio de la inteligencia y la justicia. Le pasó en el 2016, al impedir en curiosa coincidencia con el PP que Pedro Sánchez llegara a la Moncloa. Y le ha vuelto a pasar al querer disciplinar a Íñigo Errejón. Resultado: hoy por hoy, Podemos se ha rendido ante Manuela Carmena en la candidatura para la alcaldía de Madrid. Y para la comunidad, peor, porque no encuentra candidato. Nadie, ni Ramón Espinar, el 'comisario' que vigilaba el desviacionismo de Errejón, se atreve a dar el paso.
El todo o nada es un mal negocio.
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