Escenario preelectoral en Ucrania

País en crisis busca líder fuerte

El presidente ucraniano, Petró Poroshenko, no ha resuelto la crisis en el Donbass ni ha logrado avances contra la corrupción

ilustracion de leonard  beard

ilustracion de leonard beard / periodico

Albert Branchadell

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El pasado mes de noviembre los guardacostas rusos capturaron tres barcos de la Armada ucraniana que pretendían cruzar el estrecho que separa el mar Negro del mar de Azov. El Gobierno de Ucrania consideró que este incidente era el preludio de una invasión rusa y promulgó la ley marcial en una amplia zona del país. Malas lenguas interpretaron que la ley marcial era una sobreactuación del presidente Petró Poroshenko, interesado en acentuar la tensión con Rusia para movilizar a sus votantes cara a las elecciones presidenciales del próximo 31 de marzo.

Poroshenko no es el primer mandatario europeo que azuza la confrontación para obtener ventajas electorales. Y tampoco será la primera vez que la confrontación produzca el resultado opuesto: las encuestas publicadas después del rifirrafe con Rusia mantienen a Poroshenko en tercer o cuarto lugar, muy lejos de la favorita Yulia Tymoshenko.

¿Por qué resurge Yulia Tymoshenko?

Con Poroshenko parece que va a repetirse lo que sucedió con Víktor Yúshchenko. Este político alcanzó la presidencia de Ucrania a raíz de la llamada Revolución Naranja del 2004. Pero en el 2010, el otrora aclamado líder concurrió de nuevo a las elecciones presidenciales y cosechó un exiguo 5% de los votos. Poroshenko alcanzó la presidencia tras otro de esos episodios traumáticos en la historia del país: el Euromaidan del 2014. Ahora todo pinta que tras cinco años de presidencia se tendrá que contentar con una cifra que puede rondar el 10% de los votos.

¿Qué ha pasado en estos cinco años para que el 55% de los votos del 2014 se vayan a esfumar? Básicamente dos cosas: Poroshenko no ha sabido o no ha querido resolver la crisis en el Donbass, donde persiste una guerra larvada que tiene harta a toda la población de Ucrania, y sobre todo no ha logrado avances significativos en la lucha contra el principal lastre que arrastra el país, que no es su conflictiva relación con Rusia sino la corrupción. Según Transparencia Internacional, en el 2017 Ucrania ocupaba la posición 130 en el índice de corrupción percibida, más o menos a la altura de Gambia, Myanmar (Birmania) o Sierra Leona. En el Índice de Democracia del 2018, figura en la posición 84 (de 167) y no alcanza ni siquiera la consideración de "democracia defectuosa".

En este contexto, Yulia Tymoshenko no es precisamente una líder nueva. Esta superviviente de la Revolución Naranja, primera ministra con Yúshchenko, rival de Víktor Yanukóvich en las presidenciales del 2010, encarcelada por orden de este entre el 2011 y el 2014, no surfeó bien la ola del Euromaidan y naufragó en las presidenciales del 2014. ¿Por qué resurge ahora en las encuestas? Los ucranios andan buscando al líder decisivo que Poroshenko no ha sido y parece que van a apostar por el malo conocido, aunque haya que rescatarlo de la papelera de la historia. Si Tymoshenko gana finalmente las elecciones del 31 de marzo habrá que ver si durante su mandato es capaz de arreglar lo de Ucrania, o si es una presidenta de transición hacia el nuevo liderazgo que está pidiendo a gritos el país.