Dos miradas

Sin rastro

Cristina Cattaneo ha recuperado el rastro de aquellos sueños de inmigrantes fallecidos en el Mediterráneo que eran a la vez identidad y coraza. Para que no se cancele la dignidad

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Josep Maria Fonalleras

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El 3 de octubre del 2013, 368 personas murieron ahogadas frente a las costas de Lampedusa. Fue entonces -y también a raíz de otra tragedia, allí mismo, en el año 2015- que Cristina Cattaneo, profesora de Medicina Legal de la Universidad de Milán, decidió dedicar sus esfuerzos, y los del Laboratorio de Antropología y Odontología Forense, a dar un nombre a las víctimas del Mediterráneo. Es el subtítulo de un libro que acaba de publicar en Italia, 'Naufraghi senza volto' ('Náufragos sin rastro'), una extensión del trabajo que escribió hace dos años, 'Los derechos ahogados'. Hay personas que quieren salvar a los vivos y los hay que piensan que los muertos también se pueden salvar, al menos del olvido. "Luchando contra el tiempo que lo cancela todo", como dice una reseña de 'La Repubblica', "anotando todos los detalles".

Las cosas que ellos tocaron, que decidieron utilizar como ingenuo salvoconducto, como memoria de sus orígenes. Cosas que tienen alma y que "se redujeron a un papel empapado de agua podrida". Un saco de tierra de Eritrea; una tarjeta de donante de sangre y un carnet de biblioteca de un pueblo de Ghana; la libreta escolar de un chico de Mali, de 14 años, que estaba cosida al forro de una chaqueta: las notas de Matemáticas y de Física, de Lengua, que certificaban "que se esforzaba en los estudios".

Cattaneo ha recuperado el rastro de aquellos sueños que eran a la vez identidad y coraza. Para que no se cancele la dignidad.