Desarrollo tecnológico
¿Cursos gratis de inteligencia artificial?
La alfabetización digital debe ser continua pero sobre todo acompañada de mecanismos de protección colectiva frente a las lógicas del mercado
Liliana Arroyo
Doctora en Sociología, especializada en transformación digital e innovación social. ESADE
Liliana Arroyo
Hay síntomas de inflexión en el debate sobre el desarrollo tecnológico. Por un lado nos imaginamos un 2030 inundado de metáforas donde una invasión de robots inteligentes serán los nuevos jefes, los líderes políticos o los que directamente nos expulsen del mercado laboral. Nos gusta jugar a lo distópico pero todavía no sabemos qué parte de ficción y realidad hay en eso. Del otro, existe un abismo entre el conocimiento general de la población y las implicaciones sociales, económicas y legales en el día a día. Acompaña el bajo continuo de los dilemas éticos sobre el papel de las plataformas, melodías que nos interesan a medias porque suenan demasiado lejos. La confusión nos despierta contradicciones, nostalgias y la sensación de no saber por dónde empezar. Y es normal: ha cambiado el tablero de juego sin avisar y no trae manual de instrucciones.
Educar en digital es básico para desarrollar el espíritu crítico
Nos han invitado a una partida a la que llegamos analfabetos digitales y más vale que nos empecemos a situar. Pero ¿cómo conseguir que cualquier persona sepa que los algoritmos discriminan y nos meten en burbujas con eco? ¿Cómo explicar que la inteligencia artificial no es inteligente porque no entiende el contexto? ¿Cómo ofrecer argumentos y marcos de comprensión ante un mundo cambiante e inalcanzable a ojos inexpertos? La respuesta casi automática es: “Con educación”. Educar es un lugar común aunque no es una apuesta inmediata. Difícilmente activa cosas en las escuelas al día siguiente. No prepara al mundo docente para los retos que les añadimos a su día a día y tampoco llega a quien dejó el aula décadas atrás. Por otra parte, en el terreno digital siempre terminamos poniendo la carga en la ciudadanía, asumiendo que hay que estar a la altura de productos y plataformas. Educar en digital es básico para desarrollar el espíritu crítico y cierta consciencia pero no podemos esperar que cualquiera sepa programar y auditar código.
Tomemos el símil de la educación vial: hace falta conocer las normas de circulación, la función de los semáforos y la iconografía de las señales, pero jamás exigimos que para conducir un vehículo seamos capaces de construirlo nosotros mismos. O de fabricar los semáforos en nuestras casas. En cambio, sí estamos avanzando hacia la creencia de que aprender a programar debe estar a la par de aprender a leer. Varios países como Finlandia, Dinamarca o Singapur están lanzando cursos y formaciones gratuitas para acercar la inteligencia artificial a perfiles no técnicos.
Ofrecer cursos para aprender redes neuronales como 'hobby' del siglo XXI es una buena opción, pero no una respuesta a la raíz del problema. La alfabetización digital debe ser continua pero sobre todo acompañada de mecanismos de protección colectiva frente a las lógicas del mercado. Los usuarios no solo usamos, también queremos espacios donde recuperar la voz. En lugar de programar, dediquémonos a recordar que la innovación responsable pasa por las empresas, que en lugar de confiar en el "sálvese quien pueda" alinean su negocio con el bien común.
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