AL CIERRE

La Copa y el territorio

La inclusión de equipos de Preferente en el torneo del KO premiaría a aquellos que de verdad hacen el fútbol

Rubiales presenta el amistoso de España contra Bosnia en Las Palmas.

Rubiales presenta el amistoso de España contra Bosnia en Las Palmas. / periodico

Axel Torres

Axel Torres

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Luis Rubiales dejó caer el martes en una entrevista en La Ser que la Federación está estudiando seriamente dar cabida en la próxima edición de la Copa del Rey a equipos de Preferente, ampliando de este modo la presencia del fútbol no profesional español en su torneo de eliminatorias por excelencia. Es una magnífica noticia y lo será más cuando se confirme de manera oficial. Ojalá sea sólo un primer paso en una reforma que nos acerque a los formatos inglés y francés, en cuyas competiciones pueden participar todos los clubes federados del país independientemente de la categoría en la que jueguen.

Y es un anuncio positivo porque significa que el ente federativo camina hacia la recuperación de las esencias de los torneos coperos, aquellas que se asemejan a las de las fiestas de pueblo y que ponen su énfasis en la convivencia entre lo amateur y lo profesional, en la unión de lo rico y lo pobre, en crear un plano excepcional en el que compartan un espacio de tiempo de ocio cuerpos acostumbrados a moverse en ambientes casi opuestos. Y porque vincula de nuevo al fútbol con el territorio. Y ésta no es una cuestión menor.

En el mundo de hoy, en el que los grandes clubes viven obsesionados con reforzar su marca global y potenciar su dimensión universal, abundan los aficionados que aman a equipos en cuyos estadios no han estado jamás y que desconocen en qué bares cercanos se queda con los amigos para hacer la previa del partido tomando algo. No tengo nada en contra de ello: cada uno se aficiona a lo que quiere y se distrae como puede. Ahora bien: es evidente que no disfrutan de la experiencia completa y que se quedan a medio camino de lo que históricamente se ha definido como “ir al fútbol”.

Puede que esos hinchas ni sepan situar en el mapa la ciudad de su club. Y eso, lo de ayudarnos a aprender geografía, es una de las virtudes y de los alicientes del fútbol de siempre. Una Copa con equipos de Preferente -y de Regional en el futuro, ¡ojalá!- nos permitiría hablar de equipos que nunca salen en los medios y llevar cámaras de televisión a viejos campos que nos harán descubrir comarcas desconocidas.

Y probar bocadillos como los de antes, con huevos fritos hechos en la sartén de una cocina de las de siempre y no 'frankfurts' prefabricados y casi plastificados. Y justificará la existencia, la devoción y el compromiso de los miles de utileros, encargados de material, conserjes, empleados de la cafetería, entrenadores de fútbol base a tiempo parcial y vecinos curiosos que pasan las tardes viendo entrenamientos y saboreando cafés con leche… que mantienen vivo el fútbol más grande, el que ocupa a más gente de manera activa, el más real porque es el que se ve, se anda y se toca. Ellos, y por encima de todos los que lo juegan, merecen más que nadie soñar con su día en el mundo, y sus derechos deben pasar por encima de las opiniones elitistas de los que lo observan desde la distancia y reivindican que “las competiciones las tienen que jugar los mejores”. 

El fútbol es de todos, pero sobre todo es de los que lo hacen.