La lucha contra las 'fake news'

Duda razonable

Sería interesante preguntarnos por qué la sociedad compra la mentira de un político y no acepta la de un periodista. ¿No es igual de irresponsable?

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Ricard Ustrell

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Cada mañana, cuando escucho Josep Cuní en SER Catalunya, espero con ansias dos cosas: la primera, que me plantee "dudas razonables". Un concepto que ha cuajado en distintas emisoras catalanas. La otra, cuando aprovecha para colar su preocupación por el aumento de las 'fake news', esté hablando de Vox, de presupuestos o del 'procés'. Cuní, con todo lo que conlleva, es profesionalidad -radiofónica y periodística-, y en esta última característica detecta cuáles son los temas que condicionarán el mundo a corto, medio y largo plazo.

A finales de año, 'Der Spiegel' reconoció que uno de sus periodistas, Claas Relotius, se inventaba reportajes. Catorce de las 60 publicaciones del 2011 eran mentira. No era el primer caso: Janet Cooke ya había publicado falsedades en el 'Washington Post', o Jayson Blair ya había reconocido haber falsificado 36 reportajes en el 'New York Times'. Aparte de la poca ética periodística, cuando miras la lista de premios que habían recibido -la misma Cooke tenía un Pulitzer- detectas la injusticia. Pero me pregunto, tal como sugería García Marquez, ¿no es también injusto que no les den el Nobel de Literatura?

Estas fiestas me ha visitado un amigo que trabaja en Facebook. Me contaba que una de las máximas preocupaciones que tienen es la difusión de noticias falsas. Facebook estaría creando diferentes equipos, con politólogos, para frenar el fenómeno. Interesante. Pero ¿sobre qué afectará? ¿Solo sobre noticias falsas? ¿O también sobre comentarios que se basan en falsedades? Inimaginable que se pueda controlar. Y si eso ocurriera, habría el peligro de que se acabara convirtiendo en una herramienta de control. ¿Quién consideraría qué es apto y qué no?

Volviendo al periodismo, sería interesante preguntarnos por qué la sociedad y los diarios compran la mentira de un político y no aceptan la de un periodista. ¿No es igual de irresponsable? ¿Por qué no reclamamos la misma honestidad a la política? Son dudas razonables que me harán seguir escuchando periodismo, Cuní.