Dos miradas

Las minas del odio

Todos estamos inmersos en la batalla contra los delitos por cuestiones ideológicas, sexistas o xenófobas. No puede haber tolerancia con los intolerantes

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Emma Riverola

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Paseando por un campo de minas. Así nos quieren los intolerantes, los que sueñan con una sociedad monocolor diseñada a la medida de su cortedad de miras, los incapaces de comprender que hay otros modos de ser, de pensar, de sentir la vida.

Los delitos de odio por cuestiones ideológicas se multiplicaron por tresdelitos de odio en Catalunya el pasado año. En el conjunto de España se ha disparado el 72% este tipo de delitos, según datos del Ministerio de Interior. Catalunya se sitúa muy por delante del resto de comunidades autónomas, seguida de Madrid y el País Vasco. También se han incrementado los delitos de odio con trasfondo sexista o xenófobo, el 49% más.

Pero las cifras tan solo son un recuento de cráteres. Por cada delito de odio expuesto hay una multitud de ocultos. Cada delito de odio detonado produce un letal efecto de metralla. Cuando estalla el insulto, la humillación, no solo hieren el cuerpo al que van dirigidas, sino a aquellos próximos a él, los que comparten una misma idea o condición, los que, a partir de entonces, caminarán con miedo temiendo ser el próximo objetivo. Está bien que la policía y los jueces busquen y penalicen a los culpables, pero cada uno de nosotros está inmerso en esta batalla. Un motivo para reflexionar y decidir a quién le reímos las gracias, a quién perdonamos o a quién aplaudimos (también en sus letras de rap) porque es "de los nuestros". No puede haber tolerancia con los intolerantes.