La clave

La sombra de la duda

Unos mercados del siglo XXI no pueden funcionar bajo la sospecha de prácticas ilegales y opacas, la reputación no resiste hoy la sombra de la duda

El excomisario José Manuel Villarejo.

El excomisario José Manuel Villarejo.

Olga Grau

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Una parte muy importante del Ibex 35 español está formado por empresas y bancos con un pasado vinculado a sectores económicos regulados, procedentes de privatizaciones de pasados monopolios públicos y resultantes de fusiones orquestadas en su momento al calor del poder político. El ascendente de la política en la economía y a la inversa tuvo su máximo exponente en una generación de líderes del Ibex 35 con verdadera vocación de influir en la sociedad de los que fueron exponentes Emilio Botín (Santander), César Alierta (Telefónica) y Francisco González (BBVA). 

La generación actual de directivos, con perfiles financieros y técnológicos, y más acorde a lo que demandan los mercados internacionales, y por tanto más distanciada de la política, se verá ahora interpelada por un escándalo mayúsculo con capacidad de onda expansiva. El supuesto espionaje del excomisario José Manuel Villarejo para el BBVA cuando el banco estaba presidido por Francisco González, investigado ahora por la Audiencia Nacional, supone un grave golpe a la reputación de la entidad financiera, pero también a la de las empresas con las que se le relaciona y que estudian personarse en la causa. 

Las acusaciones son espeluznantes y no tienen nada que envidiar a las tramas más inquietantes del reciente cine de intriga inspirado por la crisis financiera. Amenazan, además, a los intangibles más importantes de las empresas españolas y de la economía, que son su prestigio y su reputación. La dirección del BBVA ha dado un paso importante en reconocer que, efectivamente, el banco contrató los servicios de Villarejo, aunque aseguró que no tiene constancia de que fuera para espiar a sus competidores y enemigos.

Los gestores deberán emplearse a fondo para esclarecer los hechos, responder a todos los interrogantes y asumir las responsabilidades antes de que sea tarde. Unos mercados del siglo XXI no pueden funcionar bajo la sospecha de prácticas ilegales y opacas. Y la reputación no resiste hoy la sombra de la duda.