Gracias a tantos

Serrat, Miguel Poveda, Lolita, Pau Donés, Antonio Carmona y otros muchos celebraron un concierto homenaje a Moncho. Lo que tenía que ser un acto de apoyo en su final de carrera, tras su muerte se convirtió en un concierto de agradecimiento. Repasamos los nombres de los que subieron al escenario y también brota la gratitud. Un ‘gracias’ que extendemos cada vez que nos perdemos en una melodía, en las líneas de un libro que nos atrapa, entre las formas de una escultura, en los pasos y el vuelo de una coreografía, ante las escenas de vida representadas bajo los focos… ¿Qué sería de nosotros sin la belleza, la emoción, el dolor o la pasión que nos provoca el arte?

La creación nos convierte en dioses. En dioses buenos. Porque no exige sacrificios a cambio de la adoración, porque no impone mandamientos ni regala bendiciones a los fieles, porque contrarresta toda la destrucción que somos capaces de generar. Ante la soledad que a veces nos acecha, ante la debilidad de nuestros cuerpos de carne y huesos, ante la intemperie que nuestro egoísmo colectivo es capaz de generar, ante tanta incomprensión y tanta exhibición de poder hincada sobre los más débiles, siempre nos queda el bálsamo de la creación. El pensamiento que, un día, un hombre o una mujer depositó en una obra. Esa transmisión de humanidad que derriba el tiempo y el espacio. La pasión de una pincelada. El arrullo de un poema. O la voz de Moncho. Gracias.