¡Que cierren La Masia!

El Barça debe ser capaz de sacar partido como sea a su fábrica de campeones

El canterano Miranda, con Rochina, el pasado jueves en el Levante-Barça.

El canterano Miranda, con Rochina, el pasado jueves en el Levante-Barça. / periodico

Joan Carles Armengol

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Ahora en serio. Sin demagogias. ¡Que cierren la Masia ya! Si el FC Barcelona no es capaz de sacar el mínimo rendimiento deportivo exigible a una de las fábricas de campeones mejor diseñada del mundo, que eche el cierre ya a ese vivero y que se vaya todo por el sumidero.

Si la Masia 360, la residencia, las docenas y docenas de equipos de categorías inferiores, los 'hubs', las universidades aliadas, los ejércitos de observadores, 'scoutings' y 'vistaires' repartidos por todo el globo terráqueo no son capaces de detectar, captar, entrenar, fabricar, educar y preparar a los minifutbolistas en el archiconocido ADN Barça para que algún día alguno de ellos -no todos, ni la mayoría, sino alguno de ellos (¿pongamos uno cada año, por ejemplo?)- llegue a pisar el Camp Nou en condiciones de triunfar, entonces que echen la persiana, y a otra cosa.

Por ejemplo, a sacar el talonario y empezar a competir en el inflacionado mercado futbolístico con clubs que tiene detrás todo el dinero del petróleo, el gas, los estados orientales o el magnate de turno. Pero eso no sería viable, ¿no? Lo teóricamente viable es sacar partido de una inversión multimillonaria que en un pasado no tan lejano ha dado frutos espectaculares y que ha permitido instaurar en el club un estilo de juego único, transversal e innegociable que ha llevado al Barça a obtener los mejores éxitos de su historia.

Si el club azulgrana invierte anualmente del orden de 30 a 35 millones de euros en su joya del fútbol formativo, lo lógico, lo no demagógico, sería que les sacara partido. Y no solo para negociar futuros traspasos de sus más prometedores jugadores sino para aprovecharlos para sí mismo y no tener que acudir al mercado para fichar precisamente a jóvenes formados en otras canteras ni la mitad de prestigiosas que la propia.

¡Ah! Y por favor. No saquemos conclusiones apresuradas y oportunistas de un solo partido, el del Levante, en el que los cambios excesivos en una sola línea (tres novatos coincidieron en la defensa) desvirtuó el concepto de las rotaciones. No hay que correr, hay que dejar madurar la fruta verde. Pero que no se pudra en el árbol.