Ventana de socorro

Barcelona y él

Confío en que muchos, vía amor y lazos personales, hallen un camino que transite entre Barcelona y Madrid como el que encontramos Claudio López de Lamadrid y yo siete años atrás

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Ángeles González-Sinde

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Algún lector se habrá preguntado: y esta señora ¿por qué escribe en nuestro periódico, habla de nosotros y de nuestra tierra? ¿No era de Madrid? Hoy ser de Barcelona o de Madrid es más que una casilla en el volante de empadronamiento.

Les explico. El 23 de febrero hará siete años que vine a Barcelona a la presentación de un libro de Ángel Gabilondo. Acudía en taxi y en un semáforo un autobús se detuvo a nuestro lado. Anochecía y yo distinguía bien en las ventanas a los pasajeros. Yo había perdido a mi hermano hacia siete meses. Estaba triste y me pregunté: ¿cuánta de esa gente que viaja sola, silenciosa de vuelta a casa no habrá perdido también a una persona amada? No estoy sola en la pena.

Al día siguiente almorzaba con Carmen Balcells. Quería presentarme a un editor porque andaba yo escribiendo una novela. Le vi de espaldas. Una chaqueta de terciopelo verde, un pañuelo al cuello, gafas de pasta, barba, pelo blanco, ojos azules atentos a su móvil. Carmen nos presentó, guardó su móvil, nos sentamos. Al salir del almuerzo me bajó la maleta por la escalera insistiendo en que yo tomara el ascensor. Yo no quería viajar sola, ya solo quería pegarme a él, pero por cortesía acepté. Nos reunimos en el portal, me acompañó al taxi, yo volvía a Madrid, nos despedimos. Ya nos habíamos enamorado.

Desde ese 24 de febrero mis estancias en Barcelona han sido constantes. He vivido y sufrido con él el 'procés', las obras de la Diagonal y he amado el Empordà. Eso y muchas cosas más como su despacho en Travessera o las librerías y libreros que tanto amaba. Sus autores se han convertido en mis amigos, su familia en la mía, su perro en el único que he tenido. Se reía porque mi Barcelona era la suya y también otra que yo le descubría a él, como mi calle favorita, Gran de Gràcia.

Le he perdido el viernes. Quién sabe qué futuro espera a mi relación con esta ciudad. Solo confío en que a muchos les pase como a nosotros y, vía el amor y los lazos personales, encuentren un camino que transite suavemente de Barcelona a Madrid y de Madrid a Barcelona, como el que encontramos Claudio López de Lamadrid y yo, siete años atrás.