Cambios tras los comicios andaluces

Por qué la izquierda baja pero la derecha no sube

En las últimas encuestas solo el populismo nacionalista de Vox es el gran beneficiario de la recomposición electoral

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Joan Tapia

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Las encuestas publicadas desde primeros de año tienen un sesgo común: la izquierda baja, no mucho y siempre Podemos mas que el PSOE, pero la derecha parlamentaria -PP y Cs- no se beneficia nada (o muy poco) y el gran favorecido es el populismo nacionalista de Vox. Esta evolución tiene bastante que ver con el resultado andaluz, donde el PSOE bajó, pero porcentualmente menos que Podemos y el PP (28,5% frente a 32% y 29,7%) y donde solo subieron Cs y Vox. En Andalucía la izquierda perdió votos, pero el total de la derecha parlamentaria no subió. <strong>La gran sorpresa fue Vox.</strong>

Y este patrón es similar al de las cuatro últimas encuestas (las del CIS, 'El Mundo', 'El Español' y eldiario.es). En la última del CIS, el PSOE desciende 2,3 puntos respecto a noviembre, Podemos cae algo más (3,1 puntos), el PP se mantiene igual, pero con 14 puntos menos que en el 2016 y Cs baja 0,3 puntos. Solo Vox se beneficia de la recomposición del mapa electoral.

Podemos se desploma

Y en la mensual de eldiario.es, el PSOE baja respecto a la anterior, pero con un 24,1% sigue por encima del 2016, Podemos se desploma cinco puntos respecto a entonces, el PP sigue siendo segundo, pero con casi 10 puntos menos y Cs sube bastante (seis puntos), pero menos de los que baja el PP. El gran beneficiario es Vox que salta de la nada al 8,3%.

El tremendismo del discurso del PP y Cs  sobre Catalunya y contra Pedro Sánchez propulsa a la extrema derecha

En total, la izquierda suma el 40,2%, cuatro puntos menos que en las generales (44,1%) pese a que el PSOE sube, mientras que la derecha, el PP más Cs, les supera con un 43,4% pero sumando tres puntos menos que el 46,5% del 2016. La novedad es que si a la derecha parlamentaria le sumamos el 8,3% de Vox se alcanza más del 51% y sería posible -no seguro- que las tres formaciones lograran la mayoría absoluta y que, como en Andalucía, el tripartito de derechas pudiera formar gobierno en Madrid.

Hay pues tres grandes incógnitas. ¿Por qué baja la izquierda? ¿Por qué no lo aprovecha la derecha parlamentaria ya que el ascenso de Cs es menor al desplome del PP? ¿Y por qué Vox tiene un aumento tan fuerte que la puede convertir en la imprescindible bisagra de la derecha para gobernar?

Queda claro que la izquierda no es culpable de un déficit de progresismo ya que el PSOE apenas baja, se mantiene, o incluso sube, mientras Podemos sufre una seria erosión. La explicación más plausible es que las alianzas obligatorias del PSOE (84 diputados sobre 350) con Podemos y el independentismo catalán dan una resultante que la media del electorado juzga más escorada a la izquierda que la deseada.

Entonces, si el 'mix' de Pedro Sánchez se pasa algo por la izquierda (no demasiado porque el PSOE aguanta), ¿por qué no sube la derecha y se beneficia sólo la extrema derecha?

Hay dos tesis no antagónicas. Una es que en la sociedad española hay una fuerte pulsión de protesta, que en el 2015 aupó a Podemos y que el PP no puede satisfacer (pese a la agresividad de Casado) y que rebasa a Rivera porque Cs se erige en defensor de la Transición. La protesta va a Vox que es vista como una rebelión (aunque reaccionaria) al orden establecido.

La segunda tesis me parece más relevante. Las críticas del PP y también de Cs a Pedro Sánchez, de Casado y de Rivera que a veces compiten en radicalidad, son tan tremendistas que benefician a fórmulas más extremas. Catalunya, clave junto a la inmigración y la reacción contra el feminismo del ascenso de Vox, lo puede explicar.

Casado y Rivera no asumen que el 155 de Rajoy fue un éxito que derrotó a la DUI y salvó el orden constitucional (aunque el gobierno de la Generalitat es independentista por el resultado del 21-D). Si el 155 de Rajoy fue un fracaso y la situación en Catalunya es catastrófica porque gobiernan “golpistas” que martirizan a la mitad de los catalanes ('fake news'), entonces es lógico que algunos electores asustados concluyan que no hay que votar a Casado (un adlátere de Rajoy hasta hace poco) sino a alguien más radical.

Receta que roza la inconstitucionalidad

Un 155 duro y permanente, hasta asegurar que los separatistas perderían las elecciones -como predican Casado y Rivera- es una receta tan extrema que roza la inconstitucionalidad. Entonces, la parte más reaccionaria del electorado conservador se deja seducir por un grupo anticonstitucional que predica no ya un 155 sino algo más definitivo: liquidar el peligroso Estado autonómico.

Casado y Rivera deben hacer examen de conciencia. Quizá el tremendismo de su discurso sobre Catalunya y sobre Pedro Sánchez ha contribuido a que algunos electores opten por soluciones radicales, aunque sean anticonstitucionales.