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Elige tu propio espejo

Sobre el fenómeno 'Bandernacht', el capítulo de la serie 'Black mirror' que actualiza las técnicas de los libros de 'Elige tu propia aventura'

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Miqui Otero

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Hace un par de años, una alumna de mi señora dijo en clase: "A mí me gusta muchísimo escribir, pero en cambio leer me aburre". ¿Por qué?, grité yo en la cocina de casa, mientras me atacaba el aceite saltarín de un rebozado. "Pues porque cuando escribo cosas hablo de mí y cuando leo novelas no aparezco yo siempre".

Sería fácil tirar de chascarrillo millenial, pero en realidad, como escribió Graham Greene, todos nos buscamos en las ficciones durante la infancia y la primera adolescencia. Sí es cierto, sin embargo, que el usuario audiovisual y el lector hipertextual, demandan un papel cada vez más activo y se reservan un rol protagónico en esa novela de autoficción que es su vida narrada en las redes sociales. O, en otras palabras, quieren sentirse protagonistas.

'Bandernacht', el capítulo de la serie 'Black mirror' que actualiza las técnicas de los libros de 'Elige tu propia aventura', es todo un fenómeno

No es extraño, atiende a las lógicas del mercado, el fenómeno de 'Bandersnatch', el capítulo de la serie 'Black mirror' interactivo, en el que el espectador toma decisiones que marcan el devenir de la trama. Satisface el nuevo espíritu de los más jóvenes, conecta con el dulce momento del videojuego y con el aluvión de narraciones Netflix y enjuaga la nostalgia de los que nos educamos en las decisiones con los libros de 'Elige tu propia aventura' (si estás de acuerdo, pasa al siguiente párrafo; si no, pasa de esta columna). La vida, azar y aventura, no es tan distinta de esos visionados de Youtube que en cuatro clics encadenados te llevan de ver un documental sobre la segunda guerra mundial a una escena de un koala lamiendo eucalipto o de un coreano abriendo huevos de plástico de colores mientras te susurra que todo irá bien.

En el capítulo de 'Black mirror' hay decisiones aparentemente intrascendentes (qué marca de cereales desayunar) y otras no tanto (¿es una buena idea estampar un cenicero macizo en la cabeza de tu padre?). Hay conspiranoia gubernamental, pastillas lisérgicas, trauma infantil, bucle metanarrativo y obsesión creadora. El protagonista, que quiere adaptar al idioma de los videojuegos un libro de 'Elige tu propia aventura' inadaptable, acaba algo chalupa, con las paredes de la habitación tapizadas de post-its y las de su cabeza llenas de malos presagios. Lo entiendo: yo mismo escribí 'La cápsula del tiempo', una versión adulta de los libros de 'Elige tu propia aventura', con 37 finales y muchas rutas circulares y un libro negro de grandes decisiones célebres de la historia occidental, y acabé como él: durante mucho tiempo cenamos en el sofá porque todas las mesas y encimeras estaban cubiertas de rollos de papel gigantes con mapas conceptuales llenos de flechas y etiquetas de colores. Marie Kondo no se habría sentido como en casa si hubiera venido a tomar el té. Por suerte quien venía era mi editor, que en realidad era también mi psicólogo.

En mi libro, sin embargo, el protagonista carecía de atributos. Era un TÚ abierto que se iba construyendo en base a cada encrucijada de tramas, que templaba su carácter en el yunque de las decisiones y, carácter es destino, acababa siendo uno u otro en función del final que alcanzaba. En cambio, 'Black mirror' no plantea una cámara subjetiva (el espectador sería realmente el protagonista), sino que vemos el personaje y controlamos lo que le sucede.

El resultado es el mismo que yo viví: tramas (premeditadamente o no) insatisfactorias, rutas diversificadas por géneros literarios, reflexiones sobre el tiempo y el libre albedrío y una enorme cantidad de ideas desperdiciadas en zonas oscuras de la historia, aguardando a un lector del futuro (la narración como cápsula del tiempo de lo que hoy nos preocupa). Rescatar aquellos libros, o llevar a las series técnicas de videojuego, es una mutación industrial más que una revolución narrativa. Eso sí, como poco nos enseña que estamos condenados a elegir, aunque la mera selección de posibilidades que la vida o el sistema pone a nuestros pies es en sí misma un modo de controlarnos. Eso, entre otras cosas, quería explicar 'Black mirror' y eso ha explicado.

"¿Y dónde está la obra?", preguntaba el director en 'Seis personajes en busca de autor', de Luigi Pirandello. Y el padre contestaba: "Está en nosotros, señor". Aunque sigamos sin saber quién somos. Aunque a veces nos detectemos en novelas lineales ambientadas en lugares remotos, porque leer, decía Roland Barthes, es "interpretar una partitura". La melodía suena diferente cada vez que se abre un libro o se enciende la pantalla. Cada lector es un individuo y de cada lectura nace un libro nuevo.

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