Análisis

No hay Vox que por bien no venga

Las urnas andaluzas han introducido un inesperado elemento de presión en el independentismo que hace que el Gobierno no pierda la esperanza de sacar adelante los Presupuestos

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Inma Carretero

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Se impuso en la Moncloa el criterio de las ministras económicas y del núcleo duro de Ferraz y, aun sin garantías de salir adelante, los <strong>Presupuestos Generales del Estado</strong> llegarán al Congreso la semana que viene, salvo bandazo muy inesperado de última hora. El presidente ya cambió de criterio. Primero no quería "marear" a los españoles con unas cuentas abocadas al fracaso y luego entendió que no presentarlos equivalía a dar por agotado su proyecto, pero, como el diablo está en los detalles, ha terminado siendo Susana Díaz quien ha dado oxígeno a la legislatura de Pedro Sánchez: adelantó sus elecciones sin encomendarse ni a él ni a nadie y han sido las urnas andaluzas las que han introducido un inesperado elemento de presión en el independentismo que hace que el Gobierno, por ahora, no pierda la esperanza.

Impredecible a tres meses vista

No las tienen todas consigo, pero en la Moncloa al menos cuentan con que la amenaza de unas elecciones que permitan la entrada Vox en el Congreso contribuya a que ERC y PDECat hagan la reflexión de que no está mal ganar tiempo y que no impidan la tramitación de los Presupuestos y no los veten en el debate de totalidad en el Congreso. Después, ya se verá. Será a principios de febrero cuando se celebre esa decisiva sesión y, superada esa barrera, las cuentas iniciarían un recorrido que justificaría la continuidad de la legislatura. ¿Se aprobarán? A día de hoy, es absolutamente impredecible. ¿Quién se atreve a vaticinar los rigores de la coyuntura dentro de tres meses? ¿Acaso alguien pensaba que a Susana Díaz la iban a echar de la Junta de Andalucía a banderazos desde la derecha?

En cualquier caso, en Ferraz sí que afirman que en el proyecto de ley de Presupuestos está su campaña para las próximas elecciones generales. Si salen adelante porque podrán vender sus bondades y si no salen porque, en cierto modo, podrán valerse del no de los grupos soberanistas para neutralizar el ataque que les llega por la derecha a cuenta de sus socios de moción de censura. Pero el camino hasta llegar a ambos discursos está minado de riesgos electorales para el conjunto de un PSOE, que va de desconcierto en desconcierto.

La negociación presupuestaria se va a producir en plena precampaña de las municipalesautonómicas y europeas y, como poco, a los barones socialistas se les presenta un panorama difícil de gestionar. Temen que el acercamiento del Gobierno a ERC y el PDECat, en pleno juicio del 'procés', pueda destrozarles en sus territorios, pero al mismo tiempo parece bastante incomprensible que los presidentes de Castilla-La ManchaExtremadura o Aragón pudieran ir a una campaña sin intentar rentabilizar unas cuentas fundamentalmente enfocadas para reforzar los servicios que prestan sus gobiernos y que, a buen seguro, incluirán inversiones largamente demandadas en esas comunidades. Y la llave de todo eso la van a tener los independentistas que ellos demonizan.

La paradoja será redonda si finalmente es la irrupción de Vox la que allana el camino a estos inciertos Presupuestos, que estaban amenazados de muerte antes de nacer, pero que empezaron a revivir a los pocos días de las elecciones andaluzas.