Al contrataque

Dos y dos

Cuando Rato es Rato, no pide perdón, va de perdonavidas [...] Siempre fue de listo. Ahora no sabe nada y la culpa es, en todo caso, de otros

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Cristina Pardo

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La última vez que vimos a Rodrigo Rato estaba a las puertas de la cárcel de Soto del Real. Tocaba octubre a su fin, cuando el conocido como 'autor del milagro económico español' enfiló hacia su celda para cumplir una condena de cuatro años y medio por apropiación indebida en el caso de las tarjetas 'black' de Caja Madrid. Antes, Rato se paró ante los medios para dar una de las pocas muestras de humildad que se le conocen: “Acepto mis obligaciones con la sociedad y asumo los errores que haya cometido. Pido perdón a la sociedad y a aquellas personas que se hayan podido sentir decepcionadas”.

Fue una declaración interesante por inesperada en el caso de una persona como Rato, un tipo que lo fue todo y que fue muy consciente de todo lo que era. Este martes le hemos vuelto a ver, pero con una actitud bien distinta. El exvicepresidente económico y exdirector del Fondo Monetario Internacional ha abandonado momentáneamente la prisión. Comparecía en la Audiencia Nacional para declarar en otra de sus causas judiciales, la que se refiere a la salida a Bolsa de Bankia. Por resumir, lo que se investiga es si los responsables de la entidad falsearon información para que Bankia, fruto de la fusión de cajas de ahorro en dudoso estado, pareciera mucho más fuerte de lo que era.

Esto habría causado al final -con el anuncio del rescate- un grave prejuicio a los inversores. La acusación dice que Rato ocultó a sabiendas “la situación crítica” del banco. Hoy Rato sí ha sido Rato: chulesco, soberbio, segurísimo de sí mismo. No tanto por el contenido, porque no es la primera vez que atribuye la responsabilidad al Banco de España, sino por las formas. “No perdamos más el tiempo”, le ha llegado a decir a la fiscala. O, en alusión a una de las fusiones que dio lugar a Bankia, ha ironizado: “No le pareció mal a nadie. No sé si su pregunta indica que a la Fiscalía le parecía mal”. Y en otro momento, le ha espetado: “Tendrá usted que preguntar al Banco de España”.

Cuando Rato es Rato, no pide perdón, va de perdonavidas. Su versión sobre la salida de Bankia a Bolsa, siempre ha sido la misma. No presenta grietas, pero a ver qué dice la jueza. Su actitud después de varios meses en la cárcel demuestra que pertenece a esa clase de políticos que no pierde toda la fuerza en prisión. Siempre fue de listo. Ahora no sabe nada y la culpa es, en todo caso, de otros. Hace muchos años, Jesús Quintero, ‘El loco de la colina’, recibió al entonces Ministro de Economía: “Tenía yo ganas de entrevistarle, para preguntarle si dos y dos son cuatro”. Él respondió: “Normalmente, sí. Pero también pueden no serlo”. Ese es el problema de Rato: en el fondo, sigue pensando que dos y dos suman lo que diga él.