La clave

No pienses en el elefante (ultra)

PP y Ciudadanos deben aclarar hasta dónde están dispuestos a claudicar ante el programa ultra de Vox a cambio de conquistar y conservar la Junta andaluza

El secretario de organización del PP, Teodoro García Egea, estrecha la mano del líder de Vox en Andalucía, Francisco Serrano, este jueves, en el Parlamento.

El secretario de organización del PP, Teodoro García Egea, estrecha la mano del líder de Vox en Andalucía, Francisco Serrano, este jueves, en el Parlamento. / periodico

ENRIC HERNÀNDEZ

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El lingüista George Lakoff, investigador de la teoría neural del lenguaje, empleaba la imagen del paquidermo, símbolo del Partido Republicano de EEUU, para aleccionar a sus alumnos: a la hora de discutir con el adversario no utilices su lenguaje, porque este elegirá un marco que no será el que tú deseas. En su famoso ensayo 'No pienses en un elefante', Lakoff sostiene que las palabras evocan marcos cognitivos, y que en la pugna electoral el partido que se lleva el gato al agua es el que a lo largo del tiempo logra imponer el suyo a de los rivales.

Mientras se disponen a sellar su pacto de gobierno de Andalucía, aritméticamente insuficiente para investir a un presidente, PP y Ciudadanos nos piden con insistencia que no pensemos en el elefante ultra, mientras este se adentra como ídem en cacharrería en el palacio de San Telmo y el Hospital de las Cinco Llagas, sedes de la Junta y el Parlamento andaluz, respectivamente. Cuando, lo reconozcan o no, desde la misma campaña electoral ambas fuerzas han permitido a Vox que les  imponga el marco discursivo, lo que en buen medida explica su sorprendente resultado.

A merced de Vox

Primero el presidente Pablo Casado y el candidato Juan Manuel Moreno Bonilla, a rebufo del jinete Santiago Abascal, cabalgaron sobre la retórica contra la inmigración y el independentismo. Cs los siguió al trote. Luego populares y naranjas, tras el escrutinio electoral, antepusieron el desalojo de la Junta de la socialista Susana Díaz al aislamiento de la extrema derecha, rompiendo con los usos y costumbres de la Europa civilizada. Y ahora, cuando hasta se fotografían con los dirigentes ultras, los populares se rasgan las vestiduras porque estos pretenden condicionar la investidura a medidas tan banales como la derogación de la ley de violencia de género, el desmantelamiento del Estado autonómico o la expulsión de extranjeros indocumentados.

Tal vez PP y Cs logren conquistar la Junta andaluza sin ceder ante la ultraderecha, pero será porque a esta le conviene tenerlos a su merced. La pregunta que deben responder es hasta dónde están dispuestos a claudicar para mantenerse luego en el poder.