Análisis

Y después de la subida del salario mínimo ¿qué?

Los aumentos de productividad son necesarios, no solo para la supervivencia de los empleos, sino para la de las propias empresas

Cadena de montaje de SEAT en Martorell.

Cadena de montaje de SEAT en Martorell. / ALBERT BERTRAN

Tomàs Rubió

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La economía española cerrará 2018 con un crecimiento del PIB aproximado del 2,6%. No obstante, nuestra economía respecto de los países del entorno continúa acusando una baja productividad resultado de la escasa innovación, la necesidad de especialistas mano de obra cualificada, la falta de infraestructuras adecuadas y la baja tasa de inversión en investigación y desarrollo

Dos de estos factores estructuralmente endémicos: la reducida productividad de las empresas y la falta de mano de obra cualificada, no permiten que el mercado laboral se reponga con la misma velocidad que el grado de la recuperación económica

A nivel agregado la economía española tiene capacidad suficiente para soportar el aumento del salario mínimo (SMI). Pero, ¿qué pasará a nivel micro, cuando una empresa utiliza parte de la plantillas con trabajadores no cualificados, y de repente tiene un aumento de costes superior al 20%?

La elevación de las retribuciones puede ser un elemento equitativo para mejorar las condiciones de aquellos trabajadores que operan en empresas rentables. Pero no lo será para todos aquellos puestos que, por diversas razones, su valor añadido no lo justifique, o este sea incierto (factores de contingencia, nuevos proyectos empresariales, territorialidad, costes fijos elevados, …). 

Las grandes empresas soportarán mejor este tipo de situación dada su mayor capacidad de maniobra, pero las pequeñas y medianas, facilitadoras de numerosos puestos de trabajos poco cualificados en múltiples actividades (jornaleros, aprendices, ayudantes, operarios, etc.), tenderán a replantearse su conveniencia.

Al elevado paro juvenil como a los de larga duración, tampoco les ayudará el aumento de sus costes. Por esta razón, países como Alemania, disponen de un segundo nivel de salario mínimo más bajo, exclusivo para jóvenes sin experiencia.

En la reducida productividad de nuestro sistema económico está la clave para entender esta divergencia estructural entre el crecimiento económico y el crecimiento del empleo. Y es en este punto, en el de la productividad, en donde hay que buscar las mejoras de los salarios.

La responsabilidad de revertir este desajuste recae en el conjunto de la sociedad, sean empleadores, trabajadores, poder legislativo, organizaciones sindicales o empresariales, etc.

Los sucesivos requerimientos de las organizaciones empresariales por los desajustes temporales entre la demanda y oferta de personal, obliga a los organismos responsables de la formación a revisar sus planes de actuación. Una mejor oferta de personal cualificado en el momento oportuno permitiría un mejor aprovechamiento de las sinergias de la recuperación económica.

De otra parte, muchas empresas aún no están aprovechando las nuevas tecnologías para poder mejorar su productividad. En la innovación, la formación y aplicación de nuevas tecnologías tendría que estar la clave del aumento retributivo. Los aumentos de productividad son necesarios, no solo para la supervivencia de los puestos de trabajo, sino para la de las propias empresas.