El tablero político
Idiotas y estúpidos de ambas orillas
No es equidistancia creer que se debe combatir el ejercicio autoritario del poder ni negarse a cubrir con la bandera décadas de corrupción
La frase del mosso al CDR “¡La República no existe, idiota!” no alcanzará la repercusión histórica de “¡Es la economía, estúpido!”, con la que Clinton llegó al poder en 1992, pero ambas expresan a la perfección el nivel de hartazgo ante la negación reiterada de los hechos.
Equidistancia ha sido una de las palabras fetiches del ‘procés’. A esa tierra en medio de dos puntos han sido arrojados todos los que se niegan a formar parte del realismo mágico independentista. La derecha española envalentonada también expulsa a ese limbo a todos los que no están dispuestos a alistarse a las ‘Hazañas bélicas’. Es decir, a los que se niegan a defender la paz haciendo la guerra. La tropa de ambos ejércitos se encarga en las redes de machacar con idéntico afán al irredento.
La estrategia de ambos tiene elementos en común. La querencia por repartir estigmas de traidor y negar ideología al que se niega a participar en este inacabable conflicto de fe y tribu. Siempre culpando al enemigo exterior de todos los males, incluso de las miserias propias. El calor de la tribu: la más antigua de las drogas, el más adicto de los juegos. No es equidistancia creer que se debe combatir el ejercicio autoritario del poder. También cuando un Gobierno, en vez de luchar por cambiar una ley, la desprecia, olvidando que la ley es el último refugio del débil. No es equidistancia denunciar la utilización de los medios públicos como meros órganos propagandísticos gubernamentales. Tampoco lo es defender los derechos de los ciudadanos y exigir que la sanidad y la educación sean prioritarias. Ni negarse a cubrir con la bandera décadas de una corrupción sistémica que saqueó las arcas públicas y enriqueció a los que ahora dicen defender al pueblo. No es equidistancia creer que la fraternidad de los pueblos es una buena idea. Incluso que vale la pena luchar por una red ferroviaria decente. En Catalunya y en Extremadura.
No es un lugar entre dos puntos. No es equidistancia. Es ser de izquierdas, idiotas y estúpidos de ambas orillas.
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