Peccata minuta

La letra pequeña

«¡Vox!» me suena a ladrido de perro de raza peligrosa en manos de malos amos, y es bueno que la bestia muestre su extrema ferocidad para así poder prevenirnos de sus colmillos

El líder de Vox, Santiago Abascal.

El líder de Vox, Santiago Abascal.

JOAN OLLÉ

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El pasado miércoles, aún vigentes los deseos de Año Nuevo y  viva la esperanza en la carta a los Magos, la realidad me trajo un  regalo a través de los medios de comunicación: la negativa de Vox a pactar con PP y Ciudadanos en Andalucía si estos no aceptan la inmediata revocación de las medidas a favor de la lucha contra la violencia de género, ofreciendo como alternativa una aún no escrita ley contra la «violencia intrafamiliar». ¿Cabrearse muy seriamente con el cuñado porque uno es del Betis y el otro del Sevilla?

Digo «regalo» porque, últimamente, la onomatopeya «¡Vox!» me suena a ladrido de perro de raza peligrosa en manos de malos amos, y es bueno que la bestia muestre su extrema ferocidad para así poder prevenirnos de sus colmillos. El azar ha querido que el anuncio de Vox contra el « supremacismo y totalitarismo de género» (sic) coincida con el cómputo de las 47 mujeres asesinadas  por su pareja o expareja en la España del 2018 (crímenes como el de Laura Luelmo no cuentan, al no ser «intrafamilares»), con el fallo de la Audiencia Provincial de Navarra manteniendo en libertad provisional al repugnante quinteto de La manada por dos votos a uno (una reciente encuesta de EL PERIÓDICO daba un 92,53% en contra de la sentencia) y con las aún calientes puñaladas que recibió anteayer a las cuatro de la madrugada la dominicana Rebeca de su pareja ecuatoriana en Laredo, Cantabria, hasta causarle la muerte. Regalo también para Vox: ¿Qué se puede esperar de dos inmigrantes a las tantas de la noche?

El bozal

El regalo de Año Nuevo, vida nueva de la ultraderecha andaluza a sus dos muy constitucionales socios me invita a pensar en el trío de jueces navarros. ¿Cómo acabará el  disputado partido: tres a cero, dos a uno o en prórroga? ¿Se quitarán el bozal los de Casado y de Rivera/Arrimadas para proclamar a plena voz  que, en aras de la igualdad, hay que tratar igual al agresor que a la agredida, al pobre que a la rica, a la enferma que al sano, al de aquí que a la de allá?

El perverso matiz es que Vox, después del revuelo mediático causado por su sinceridad, ha apostillado que su propuesta debería ser tenida en cuenta «en su justa medida», que, a mi parecer y viniendo de quienes viene, siempre sería injusta pero tal vez eficaz para lograr la cuadratura del triángulo derechista. Estoy convencido de que muchas votantes de Vox, deslumbradas por el vibrante «¡A por ellos!» así como por las afiladas concertinas de Ceuta y Melilla (la palabra suena a Mozart, pero evoca su Réquiem) no supieron leer la letra pequeña de su papeleta. Que no les pase nada.

 PS: El amigo Bolsonaro ya ha formado gobierno en Brasil: de 22 ministros, dos mujeres, seis militares y una ya anunciada purga de funcionarios izquierdistas.