LA ESTRATEGIA INDEPENDENTISTA

Los insurgentes, los traidores y los Presupuestos

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Xavier Bru de Sala

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Tal y como van descubriendo y explicando los líderes intelectuales del 'procés', solo hay dos formas de lograr sus objetivos. La primera, un referéndum acordado, aunque no sea binario. La segunda es la insurgencia.

Los insurgentes abominan de la estrategia de ampliar la base al considerar válido a todos los efectos el resultado del 1-O del 2017. Tampoco hablan de Renan y la democracia como plebiscito cotidiano, aunque sus alusiones al relato, que ganan de sobra en las redes sociales, podrían ser un sucedáneo. Sí que quisieran un alcalde de Barcelona independentista, a poder ser también insurgente, pero todo lo que han conseguido es multiplicar las candidaturas que se disputan el mismo espacio.

Hay insurgentes ilusos pero también hay alguno realista. Los segundos afirman que la vía del referéndum acordado y la de la insurgencia no se excluyen e incluso pueden llegar a ser complementarias. O por frustración ante el engaño con el que terminaría la negociación o para hacer efectivo el resultado si se celebrara algún tipo de consulta y ganara la independencia. En cualquier caso, si echamos una ojeada a la historia, no se ha visto jamás una insurgencia programada, y menos aún anunciada. El bajo nivel de participación en las protestas del pasado 21-D es un indicador de la ausencia de brasa social para la insurgencia.

Si en algo coinciden todos los independentistas, más allá echarse las culpas por las divisiones y los fracasos, es en la afirmación de que este 2019 no será el año de la independencia. En cambio, según como vaya, podría ser el año del nuevo 155. La tercera opción es que a pesar de las dificultades y las sentencias, que se prevén duras, la partida se alargue y siga su curso actual, de intensidad baja o media. Los mismos presos se han encargado de enfriar los ánimos cada vez que se empezaban a calentar.

Los insurgentes abominan de la autonomía y de los partidos independentistas. Aunque respetan a los dos presidentes, Puigdemont y Torra, consideran que ERC y el PDECat son traidores. Sin embargo, les conminan a no aprobar los Presupuestos de Pedro Sánchez con el argumento de que tanto monta el PSOE como el PP.

Ahora bien, aunque no los aprobaran, aunque ello revertiera en unas elecciones generales precipitadas que descabalgaran al PSOE y fulminaran la autonomía, la culpa seguiría siendo los dos partidos mencionados y de una parte si no de todos los presos.

Esta es la situación de la mayoría de los diputados independentistas en Madrid. En su condición de traidores han dejado de merecer el honor de llamarse independentistas. Ahora bien, su obligación es obedecer a los que los lanzan unas acusaciones tan graves y derribar el Gobierno votando contra los Presupuestos. Peor aún, no por el hecho de obrar así serían rehabilitados. Herejes por herejes, más les vale ser culpables de mantener el PSOE -y simular que negocian algo de provecho- que propiciar la llegada al poder del tripartito de derechas con el corolario del 155 más una nueva ola represiva.