Cuestiones de identidad

Toros, caza y caspa

Parafraseando al gran retórico Vujadin Boskov, la derechona es la derechona y no hay más cera que la que arde

Ilustración de Leonard Beard

Ilustración de Leonard Beard / periodico

Albert Garrido

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El repentino interés de la 'posaznaridad' o el 'neoaznarato' por saber qué piensa el Gobierno de los toros y de la caza abre un nuevo horizonte en la defensa del ser patrio. Vamos, que hace falta, según parece, que un viernes cualquiera aparezca Isabel Celaá a la mayor brevedad y a la menor demora posible y aclare el asunto. Y lo aclare de forma detallada y sin reservas para dar respuesta a dos inquietantes preguntas: ¿comulga el Gobierno con las faenas de José Tomás, tan serio el hombre como Manolete, o añora el salto de la rana, un suponer?; ¿tiene pensada la dirección bajo sospecha de TVE darle a 'Jara y sedal' la importancia, rango y tiempo que se merece o abundará en los telediarios de Carlos Franganillo, tan como de la BBC o de la CNN, otro suponer?

El problema es que Isabel Celaá está asimismo bajo sospecha en su calidad de ministra de Educación. ¿Alguna vez ha dicho una sola palabra acerca de la revisión de los libros de texto de Historia o Sociales para llenar lagunas u olvidos imperdonables? Porque aquí mucha Educación para la Ciudadanía, pero de Indíbil y Mandonio, de recia estirpe, no hay rastro y del testamento de Isabel la Católica, ni tan siquiera una nota a pie de página. Se impone una aclaración.

El himno nacional de Marta Sánchez

Lo mismo cabe decir de los manuales de Literatura. ¿Qué piensa el Gobierno del legado de José María Pemán? ¿Cómo puede ser que la cátedra silencie al esforzado autor de una letra para el himno nacional? ¿Cómo es posible que la única continuadora de su labor sea Marta Sánchez, dejada a su suerte, dale que te pego con la letra? “Grande España, a Dios le doy las gracias por nacer aquí”, proclama la cantante.

Basta seguir la actualidad para concluir que la despreocupación gubernamental por lo que realmente importa nos lleva a la decadencia

Si las pérdidas de identidad fuesen solo en la escuela, los daños serían limitados y asumibles. Pero es que la cosa no queda aquí: a la selección le ha dado por el toque y el tiqui-taca en los buenos y en los malos días; la Roja se ha olvidado de la furia, racial y rotunda, y algunos grandes pensadores han dejado de citarse. ¿Qué opina el Gobierno de la renuncia a tales referencias? ¿Qué comentarista de Bein tiene entre sus autores de cabecera al gran Belaúste, autor de la famosa frase “a mí, Sabino, que los arrollo”? Escribió Manuel Vázquez Montalbán con mucha razón que aquel grito desgarrado o de arremetida estaba en importancia histórica solo por detrás del que acompañó el gol de “Matías Prats, Zarra e Igoa” a Inglaterra –los tres a la una– en el Mundial de Brasil de 1950. Ahí es nada, y dicho por un comunista, el mismo que estimó “el grito más célebre de la historia de España” el “¡tierra a la vista!” de Rodrigo de Triana, otro olvidado.

Basta seguir la actualidad para concluir que la despreocupación gubernamental por lo que realmente importa nos lleva de cabeza a la decadencia, a un mundo que enaltece la heterodoxia y arrincona las certidumbres del pasado. Mucha Unión Europea, mucho salario mínimo interprofesional a 900 euros y mucho presupuesto social, pero luego van, se reúnen y acuerdan sin consultar y sin nada que el aeropuerto de El Prat pase a llamarse Josep Tarradellas, un republicano exiliado que no paró de incordiar. Una decisión así merece un seminario de verano en la Menéndez y Pelayo para sopesar pros y contras o por lo menos una comisión 'ad hoc' que evalúe el impacto emocional del nuevo nombre entre las aerolíneas, especialmente Ryanair, muy capaz de poner un sobreprecio a los equipajes de mano por un detalle como este, tan a destiempo.

Compañías que son garantía de orden

¿A qué vienen tantos cambios, despropósitos y olvidos? ¿En qué cabeza cabe que Josep Borrell negociara lo que negoció de Gibraltar para cuando se consume el 'brexit' sin orientarse en uno de los ensayos más completos y convincentes dedicados al estatus del Peñón, obra insigne de Los Tres Sudamericanos? Dice así: “De luces y de colores se viste el mar. (Se viste el mar)./ Hay risas en las casitas de Gibraltar. (De Gibraltar)./ España mostró el camino de la verdad,/ por eso le estoy cantando a su libertad”. Es escueto, claro, concreto y preciso. ¡Ah, el olvido de los clásicos!

De todo esto debiera el Gobierno dar cuenta y explicación, comprometerse, decir por qué busca acomodo entre malas compañías y no hace ni caso a otras posibles compañías que son garantía de orden, aunque pueda parecer que alimentan el desorden con sus salidas de pata de banco. Hay constantes históricas y realidades inmutables que no se las salta un chulo. Parafraseando al gran retórico Vujadin Boskov, autor de la frase “fútbol es fútbol, esto es uno”, la derechona es la derechona y no hay más cera que la arde.

¡Viva la caspa!