LA EXTREMA DERECHA

Vox: cordón umbilical o cordón sanitario

Francisco Serrano y Santiago Abascal, en la rueda de prensa que han ofrecido este lunes en Sevilla.

Francisco Serrano y Santiago Abascal, en la rueda de prensa que han ofrecido este lunes en Sevilla. / JON NAZCA

José A. Sorolla

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La irrupción de Vox en el Parlamento de Andalucía plantea el dilema de siempre frente a la extrema derecha: aceptar su presencia para integrarla o aislarla para que las demás fuerzas políticas no se contaminen con sus propuestas tóxicas.

Estos días ha habido analistas, incluso nada cercanos a la extrema derecha, que han abogado por la primera opción, con la idea de que es mejor que Vox se integre en las instituciones para obligarlo a tomar decisiones en las que quedarán claras sus posiciones anticonstitucionales, xenófobas, machistas y  homófobas. Defienden, en consecuencia, que Vox esté en la Mesa del Parlamento andaluz. En el lado contrario, se sitúan los partidarios de aislar a Vox mediante un cordón sanitario que acalle la voz de la extrema derecha e impida la expansión de sus ideas, sin considerar que 400.000 electores han votado en Andalucía al partido de Santiago Abascal.

Y finalmente están los partidos de la derecha que no tienen ningún escrúpulo en pactar con Vox y que incluso se vanaglorian de ello, como el PP, unido a Vox por un cordón umbilical, pues no en vano la formación de Abascal nació de las entrañas del partido de Pablo Casado, en el que militó el propio líder de la extrema derecha. Si Casado no se cansa de repetir que coincide con muchos postulados de Vox y aspira a que las ovejas descarriadas vuelvan al redil, distinto es el caso de Ciudadanos, que se ha dejado querer en la elección de la Mesa del Parlamento andaluz con un pacto, aunque vergonzante, con los extremistas, pero que ahora se encuentra incómodo porque intenta salvar su imagen y sus futuras alianzas en otras direcciones.

La experiencia demuestra que los partidos de derechas que justifican el pacto con los ultras para controlarlos lo único que logran es legitimar y fortalecer su discurso mientras ellos se radicalizan cada vez más para competir con la extrema derecha. Pero también es un error el cordón sanitario total, que en Francia, por ejemplo, deja prácticamente sin representación a millones de electores. Baste el ejemplo de las últimas legislativas: con tres millones de votos en la primera vuelta y más de millón y medio en la segunda, el Frente Nacional tiene ocho diputados (solo dos en la legislatura anterior) y carece de grupo parlamentario, mientras que el partido de Emmanuel Macron, con 6 millones en la primera vuelta y 7,8 millones en la segunda, cuenta con 308, mayoría absoluta.  Los Republicanos (derecha clásica) tienen 112 diputados con cuatro millones de votos. Un sistema electoral que casi expulsa a 10,5 millones de franceses que votaron a Marine Le Pen en las presidenciales solo puede derivar en la radicalización fuera del Parlamento.

La solución puede estar en canalizar adecuadamente mediante el sistema electoral la presencia de la extrema derecha, lo que en España ya ocurre, pero impedir su acceso a órganos como la Mesa del Parlamento, que en Andalucía no se ha hecho, y no digamos ya al Gobierno, que está por ver si se hace. Y procurar que Abascal y Vox no estén presentes cada minuto en televisión, como ha pasado con Le Pen en Francia y pasa con Matteo Salvini en Italia.