Opinión | BALANCE DEL AÑO 2018

Josep Maria Fonalleras

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Teoría de la señora Singer

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El universo se expande constantemente, pero como diría la madre de Alvy Singer, en 'Annie Hall', «esto no es asunto tuyo, Brooklyn está aquí y Brooklyn no se expande». Alvy está preocupado y deprimido porque «el universo lo es todo y, si se expande, algún día explotará y esto será el final de todo». Stephen Hawking no visitó este final sino el inicio y nos dijo que si viajáramos para atrás, como quien maneja el mando de la tele y rebobina, el universo se contraería de tal forma que lo reduciríamos, como quien dice, a la nada, que es como era todo antes de todo esto y que puede que sea el final previsto por Alvy Singer.

Mientras tanto, sin embargo, Brooklyn no explota y tampoco hemos explotado los demás, aunque hay unos cuantos que han hecho y hacen todo lo posible para que así sea. Hablaba de Hawking porque ha sido uno de los que se ha fusionado con el universo, como Montserrat Caballé, que ahora canta en el cielo –según los cursis– con Freddie Mercury, que ahora resucita en la Tierra, con su rapsodia bohemia. También murieron Aznavour (que-triste-es-venecia-si-mes-faltas-tu) y unos cuantos chefs, como Bocuse Robuchon. Pero hablemos de vivos, como Kirk Douglas (102) y la reina de Inglaterra (92), que no morirán nunca, y que confirman la teoría de que no todo está perdido, en este universo que tiende al desastre, el ambiental y el político.

El diccionario
Oxford ha 
elegido 'tóxico'
como palabra 
del año, y
ciertamente
vivimos en
un mundo
lleno de toxinas

Este 2018, entre los vivos, ha triunfado la «sororidad», que es una manera sonora de explicar la efervescencia de un movimiento feminista renovado que se hizo carne el 8-M, en una demostración de dignidad para gritar que ya basta y que vivimos la decadencia del imperio del macho, aunque, como en toda decadencia, los coletazos del dragón son terribles y trágicos. El diccionario Oxford ha elegido 'tóxico' como palabra del año, y ciertamente vivimos en un mundo lleno de toxinas, que se siguen llamando «'fake news'» y que son como 'Los Protocolos de los sabios de Sión', pero en formato moderno. Se expanden entre los vivos y los muertos. El ejemplo más cercano es esta fijación por querer dibujar un panorama bélico en Catalunya, fruto de la terquedad de los que querrían implantar un 155 eterno, que es una manera muy chula de cargarse la Constitución que tanto defienden. O de pergeñar (los sastres del TS) con un vestido de rebelión lo que fue, más o menos torpe, una acción política. En el otro lado, la ingenuidad republicana y la sensación de que se expande la idea de que viven en una galaxia lejana. Y la herida lacerante de los presos, eso sí, y la losa enorme que se nos viene encima cuando comience el juicio. «Malamente», que diría Rosalía, esta chica de Sant Esteve Sesrovires que hace «'tra, tra'» y que triunfa aquí y en Brooklyn.

Llegó el VAR

La gran noticia del 2018 ha sido la introducción del VAR, que es ese sistema que sirve para revisar jugadas. Más que el acrónimo, lo que triunfa es el gesto. El gesto de «hacer un VAR», que consiste en mover los brazos de tal manera que se dibuja una televisión imaginaria donde la verdad acaba triunfando. Poder ir atrás, contemplar el mundo como es (y no como quisiéramos que fuera o como quisiéramos hacer ver que es) y certificar la pura certeza de las cosas. Deberíamos revisar muchas jugadas, este año, y hacer como hace Cristina Tardáguila, la ganadora del Premio de Periodismo EL PERIÓDICO, que se dedica a confrontar la realidad con las mentiras. No es que se multipliquen las falsedades. Es que la verdad molesta.

Lo certifican Trump y Bolsonaro y Salvini y Putin y todos los fascistas que, estos sí, se expanden a lo grande, hasta que algún día todo explote y sea el final de todo, desde el 'brexit' a los 'gillets jaunes', desde los tres grados de calor del planeta en el 2100 hasta la Inteligencia Artificial o la exhumación espiritual (y a saber si material) de Franco. Pero bien. Brooklyn, y quien dice Brooklyn dice este país donde estamos, sigue aquí y por ahora resiste, como diría la señora Singer. O como escribía Neil Simon, que sale en esta página porque también murió en el 2018, «tengo unos cuantos problemas con mi vida, pero vivir es lo mejor que han inventado desde la nada».