Balance de Oxfam Intermón

Un año de crisis y esperanzas

El 2018 cierra con demasiados conflictos creados y espoleados por el hombre

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José María Vera

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Acabo de volver de Irak, que se rehace tras el duro conflicto con el ISIS. Visitar campos de desplazados y conversar con familias en la destruida Mosul permite apreciar la brutalidad de la guerra y su impacto devastador sobre la población. Reconstruir infraestructuras costará dinero. Rehacer la convivencia, si es posible dados los intereses en juego, es tarea de años y de una política que defienda también a las minorías.

Irak se tambalea tras el conflicto mientras sus gentes luchan por recuperar sus vidas. Visitar el programa de Oxfam permite sentir la honda esperanza de sus mujeres y niñas, su tenaz resistencia.

El 2018 cierra con demasiadas crisis creadas y espoleadas por el hombre. La ONU calcula que 132 millones de personas necesitarán asistencia humanitaria en el 2019, víctimas de conflictos o del cambio climático, que ya expulsa de sus tierras a miles de familias cada día.

La más destructiva es la de Yemen, donde una de cada tres personas está al borde de la hambruna. La esperanza reside en el frágil acuerdo de alto el fuego en la ciudad portuaria de Hodeida. Una señal positiva que permite la entrada de alimentos y suministros esenciales.

El lamentable papel de España

Cabe recordar el lamentable papel de España en estas dos crisis. Vendió armas a Irak en el 2015 y el 2016, en pleno conflicto. Y ocupa el exitoso cuarto lugar en las exportaciones de bombas y proyectiles a Arabia Saudita, cuyo ejército es reconocido por masacrar civiles en Yemen. Sin embargo, nada por el lado de la ayuda humanitaria. Para eso no hay ni un euro.

En el 2018 se olvidaron, un año más, muchas crisis, sobre todo africanas. Sudán del Sur, con esperanza por el nuevo acuerdo de paz; las enquistadas de Lago Chad y República Centroafricana; un nuevo brote de ébola en la República Democrática del Congo. Lugares donde la “comunidad internacional” se preocupa por extraer materias primas y apenas asegura unos pocos fondos para misiones humanitarias.

Miles emprenden la huida, arriesgando sus vidas en busca de seguridad y oportunidad para sus familias. Los vemos pelear contra las olas en el Mediterráneo y la sed en el desierto, llorar de pena en las islas griegas, enfrentar las concertinas españolas, escapar de Venezuela o arrastrarse hasta la frontera con Estados Unidos.

Su verdadera esperanza reside en soluciones políticas que enfrenten las causas de las crisis.

Mientras, esa esperanza se apoya en organizaciones como Oxfam. Estamos con ellas en la frontera del sufrimiento, entre la vida y la muerte. En lugares extremos asegurando agua potable, alimento y protección. Denunciamos la venta de armas y las injusticias sobre quienes emprenden rutas inseguras para salvarse.

La esperanza más honda nos la enseñan ellas. Los hombres, y sobre todo las mujeres, que se levantan cada mañana en medio de bombas, que luchan por sus familias donde no hay legalidad, ni siquiera humanidad. Que esperan contra toda esperanza. Su esperanza y sus ganas de vivir nos alientan.

2018 nos ofreció el privilegio de estar a su lado, un año más. Gracias inmensas también a quienes nos apoyan en esta labor.