ANÁLISIS

Lo que no pasó el 21-D

A los partidos solo se les ha ocurrido una forma de sobreponerse a los hechos: ignorarlos y seguir con lo suyo

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Olga Ruiz

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Llevábamos tantos días hablando del 21-D, proyectando mentalmente la ristra de cosas horribles que previsiblemente iban a pasar, que el presente nos ha aplastado con su verdad irrefutable: los hechos. Los partidos políticos han tenido que digerir imágenes que no han visto, sobreponerse a una jornada no apocalíptica y masticar un "régimen" que no han tumbado ni por asomo. Solo se les ha ocurrido una forma de sobreponerse a los hechos: ignorarlos y seguir con lo suyo.

El discurso post 21-D no solo estaba ya escrito sino que ha resultado inamovible para unos y otros. En política el argumentario de partido está por encima del argumentario con sentido y aquí, en Catalunya, ninguno de los actores implicados parece tener la más mínima intención de decir la verdad. ¿La verdad da votos? No. Pues eso.

Todo estaba escrito

La CUP, a media mañana, nos aseguraba que la jornada había sido un auténtico éxito que había conseguido paralizar el país, animaban una y otra vez a los catalanes independentistas a sumarse a la manifestación unitaria que iba a tener lugar por la tarde, como un último intento- un tanto desesperado- de ofrecer una imagen fotografiable y, de paso, salvar una jornada en la que ni siquiera llegamos a adivinar que se pedía: ¿tumbar el régimen?, ¿Hacer efectiva la independencia?, ¿Ser ingobernables?, ¿Rechazar la celebración del Consejo de Ministros? Un poco todo, un poco nada, mal asunto.

En Ciutadans, se apresuraron a vender un relato que no se dio, no en la magnitud y con la gravedad con la que lo expusieron. Superadjetivaron, magnificaron, hablaron de catalanes atemorizados en sus casas viendo la tele, de una Catalunya gobernada por los CDR, de caos. Se dejó todo escrito con demasiada antelación y nadie se interesó lo más mínimo por cambiar una sola frase. Resultó en el relato de lo que pudo haber sido pero no fue.

El Govern decidió regalarnos la táctica más 'kafkiana' de la jornada: explicaron todo lo que bajo ningún concepto iban a admitir durante la provocadora visita del presidente Pedro Sánchez y, cuando llegó la hora, hicieron todo lo contrario. Quim Torra se reunió en forma y fondo como quiso la Moncloa, la fotografía grupal se hizo como decidió la Moncloa y el 'president' acabó compartiendo nuevo encuentro y sonrisas con Sánchez en la cena organizada por Foment del Treball. Los 800 empresarios asistentes, eran los mismos que hace solo un año representaban la peste bubónica para un sector del independentismo, los mismos "comisionistas del IBEX", los mismos "traidores". Josep Sánchez Llibre obra milagros, un poco más y la cosa acaba con un amigo invisible.

Y hablando de política, dejo para el final a la ANC, esa asociación "civil" que reclama que le hagan caso más allá del 11-S de turno. Este fin de semana han amenazado con sustituir al díscolo de Torra, si no vuelve al redil. ¡Qué poderío, 46.500 socios poniendo y quitando presidentes!

Lo que no pasó el 21-D, acabó pasando igualmente atendiendo al relato de los partidos. Todo estaba ya escrito.