NÓMADAS Y VIAJANTES
'Perro loco' es el último cuerdo
Con la salida de EEUU de Siria, parece que Trump no ha aprendido del error de retirar las tropas de Irak
Ramón Lobo
Periodista
Periodista
Ramón Lobo
EEUU se va de Siria sin saber a qué fue, más allá de derrotar al ISIS, algo que aún no se ha conseguido en la provincia de Idlib. No parece que Donald Trump haya aprendido del error de su predecesor, que retiró las tropas de Irak a finales del 2011. Fue uno de sus dardos en los debates con Hillary Clinton, algo que ya ha olvidado. Obama dejó el país sin liquidar militarmente a un debilitado Al Qaeda en Irak. De aquellos rescoldos surgió el Estado Islámico.
Hay tres efectos del anuncio de retirada de Siria: la alegría de Vladimir Putin, y de su cómplice Basar el Asad, que consideraban ilegal la presencia estadounidense (2.000 soldados); la dimisión inmediata del general Mattis, jefe del Pentágono, y la decepción de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), formadas por kurdos, que fueron decisivas en la expulsión del ISIS de Raqqa.
El general Mattis, apodado perro loco en sus tiempos de marine de acción, era el último cuerdo que quedaba en una Administración a la deriva. En su dura carta de despedida deja claro cómo debería actuar EEUU con sus aliados tradicionales --Europa y Canadá, sobre todo-- convertidos en la diana de los ataques de Trump. Con Mattis se va una voz respetada que plantaba cara a Trump.
Catástrofe humanitaria
Los mejores programas de humor, como Saturday Night Live, y la mayoría de los analistas que no son ultraconservadores o trabajan en Fox News, describen al presidente como un hombre impulsivo, algo inmaduro, de escasas luces y que no lee. Con estos atributos tampoco debe de entender demasiado.
Comprender la complejidad de Siria puede ser difícil, pero los datos son sencillos: en más de siete años de guerra han muerto entre 400.000 y 500.000 personas y más de la mitad de la población tuvo que dejar su casa (desplazados y refugiados). No podemos decir que es la peor catástrofe humanitaria del mundo porque Yemen, otra guerra en la que EEUU y Europa tienen mucho que ver, está peor.
El ISIS nace en Irak en el 2003 como respuesta a la invasión de EEUU. El primer responsable del desastre iraquí es George W. Bush y sus halcones neoconservadores, además de Blair y Aznar. Uno de esos halcones es John Bolton, mano derecha de Trump en asuntos de seguridad. Bolton es de los que quiere atacar a Irán utilizando las mismas mentiras de Irak. Ni siquiera se ha molestado en camuflarlas.
Al ISIS lo derrota la aviación rusa y una coalición terrestre no siempre bien avenida: Irán, Hezbolá y los kurdos sirios. Moscú y Teherán no tenían dudas de que debían salvar al régimen de Asad, pese a ser responsable de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad.
Campo expedito
Putin tiene dos motivos: Siria es su puerta para un regreso a lo grande en la escena de Oriente Próximo, y necesita conservar el uso de la base naval en Tartus. El líder ruso conoce el principio de Arquímedes. La salida de los norteamericanos le dejará el campo expedito. Para Irán es una cuestión político-religiosa: Asad es alauí, una rama del chiísmo, y en frente está Arabia Saudí, líder ideológico de los sunís más radicales.
EEUU nunca ha tenido claro qué defendía en Siria. No lo sabía Obama cuando consideró una raya roja el uso de armas químicas contra la población, y tuvo que tragársela en agosto del 2013. Tras un ataque químico, presumiblemente del régimen, no respondió porque no sabía a quién bombardear. Debilitar a Asad beneficiaba a la insurgencia yihadista. Obama no sabía quién defendía sus intereses. Trump sí: el mal menor es Asad.
Diferentes objetivos
Al presidente de EEUU le gusta la palabra ISIS porque lo simplifica todo. No necesita ir más allá; saber, por ejemplo, qué países del golfo Pérsico han financiado los grupos islamistas más violentos, además de entregarles nuestras armas. Putin y Trump se llevan bien con el israelí Netanyahu y con la casa reinante en Riad, pero no tienen los mismos objetivos. Trump tiene una fijación con Irán; Rusia y China, no.
Turquía ha jugado a todas las bazas. Lo único que no cambia es el nombre de su enemigo: los kurdos, estén donde estén. Sin la protección de EEUU, que los ha utilizado en Siria como infantería, las FDS tienen poco futuro. No gustan a nadie porque carecen de dueño.
Deberían estar acostumbrados a que les dejen en la estacada. Ya lo hicieron los británicos en la Primera Guerra Mundial. La política internacional es sucia, carece de piedad. Los principios están siempre por debajo de los intereses. Ahora, con los Trump al mando, todo parece una gran red social: necesidad enfermiza de trending topic y mucha desmemoria. A diferencia de Twitter, en el juego grande, los actores tienen armas y pocos escrúpulos, una pésima combinación.
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