Opinión | EL ARTÍCULO Y LA ARTÍCULA
Juan Carlos Ortega
Juan Carlos Ortega
Creerse tonto
Todos conocemos a personas que se creen más listas de lo que son. Tal vez incluso usted y yo seamos ejemplos de tipos así. Creerse listo sin serlo, o siéndolo menos de lo que uno imagina, es algo que resulta muy antipático a todos, en especial a los que tienen la desgracia de estar cerca de quienes así se muestran.
Esa actitud es, sin duda, bastante estúpida, pero la estupidez es más soportable que la injusticia, y hoy quiero hablarles de una injusticia, una de las más tristes con la que podemos toparnos en nuestra vida diaria. Se trata del reverso de lo que les hablaba. Es decir, creerse más tonto de lo que uno es.
Ser listo y creerse tonto es algo que siempre me ha dado una pena tremenda y toda mi vida he estado más o menos convencido de que no existía una solución. Si que la hay para lo contrario, para la orgullosa presunción, porque basta con que el tiempo te ponga en tu sitio y los humos, irremediablemente, van desapareciendo. Antes o después te vas dando cuenta de que no eres tan brillante y aceptas la dura realidad. Pero, ¿y los que se creen tontos sin serlo? ¿Qué solución hay para ellos?
Por suerte, el mundo es muy grande y hay personas maravillosas que trabajan para solucionar las cosas. Los científicos, además de intentar comprender qué es la materia oscura o de dónde narices saca la masa el neutrino, se ocupan de asuntos más cercanos, como hacer comprender a algunas personas que de tontas no tienen un pelo.
A esto se dedica la gente de Change Dyslexia, una empresa social galardonada con todos los premios habidos y por haber, que intenta mejorar la vida de las personas con dislexia. Muchos niños no rinden en la escuela lo mismo que sus compañeros, leen más despacio y muestran un comportamiento que, a ojos inexpertos, puede relacionarse con una menor inteligencia. Son ellos mismos, esos críos, los que se creen tontos sin serlo y, por desgracia, lo mismo opinan sus compañeros y, lo que es infinitamente más grave, también algunos de sus maestros. En Change Dyslexia se han empeñado en erradicar esa injusticia, desarrollando para ello una aplicación gratuita (www.dytective.org). Ustedes pueden instalarla en su teléfono móvil, su tableta o su ordenador y será una herramienta valiosa para detectar una posible dislexia en sus hijos. Y si la detectan, no sufran, porque el mundo no se acaba por ello. Al contrario; de alguna manera empezará, porque puede ser para ustedes el final de un padecimiento injusto.
Si he escrito este artículo es porque conozco a un niño precioso que se cree tonto y es rematadamente listo. Y porque confio en Change Dyslexia. Y no porque sí, no de modo irracional, sino porque su aplicación está sustentada en el rigor del método científico, un método que si ustedes me han leído alguna vez, saben que reverencio sobre todas las cosas.
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