Urbanismo

Las decisiones del Raval

El conflicto del Macba y el CAP es síntoma de la dificultad para encontrar espacios en Ciutat Vella, solo se hacen pequeños parches

Una consulta sin ventanas ni ventilación en el CAP Raval Nord.

Una consulta sin ventanas ni ventilación en el CAP Raval Nord. / ALBERT BERTRAN

Eva Arderius

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Visitar el CAP Raval Nord de Barcelona resulta muy pedagógico. Este centro de atención primaria está situado en Ciutat Vella, el distrito, según el Ayuntamiento, con la esperanza de vida más corta. El centro no está adaptado, acceder en silla de ruedas es un suplicio, las salas de espera son pasillos donde niños y adultos enfermos están juntos, las consultas no tienen ventilación y seguro que los profesionales que trabajan allí podrían hacer una lista mucho más larga. No parece un centro de atención primaria de una ciudad como Barcelona. Cerca está el Macba, el museo de arte contemporáneo, una de las instituciones culturales más importantes de la ciudad y del país pero que se ha quedado pequeña.

Al Macba y al CAP les une una misma cosa. Necesitan una ampliación y los departamentos de la Generalitat que gestionan los dos equipamientos, Cultura y Salut, quieren el mismo sitio. Un edificio cercano, la Capella de la Misericòrdia. Es evidente que solo uno podrá quedarse con el preciado espacio. No se lo echan a suertes, habrá que llegar a un acuerdo pero de momento lo que se ha conseguido es un debate difícil de resolver ¿Quién tiene prioridad? ¿Quién tiene más prisa? ¿Qué es más necesario, un equipamiento cultural como el Macba o uno sanitario en el Raval, donde no sobran comodidades? Las preguntas podrían servir para un concurso de retórica. Todas las opciones son fáciles de argumentar y de defender pero no es solo un discurso, es una realidad que hay que resolver.

Lo que no tendría que pasar nunca pasa en el Raval. Dos equipamientos y dos departamentos del Govern peleándose institucionalmente por un mismo espacio. Dos áreas de la Generalitat boicoteándose mutuamente. Este conflicto demuestra una mala gestión política, pero también es el síntoma de la densidad y de las dificultades para encontrar espacios, para ampliar o para construir vivienda en Ciutat Vella. En este distrito parece que únicamente se puede hacer urbanismo de reciclaje, todo es de segunda mano. Hace mucho tiempo que solo se hace cirugía, lo que se conoce como microurbanismo, pequeños parches que hasta el momento han sido útiles pero que quizás ahora hay que combinar con alguna actuación más ambiciosa.

En el Raval hay que hacer cosas y, esta vez sí, pensando únicamente en los vecinos. Les toca estrenar. Ya ha pasado la época de poner bonito el barrio para los demás. La decisión no es fácil. Hace tiempo que las grúas en el Raval y en toda Ciutat Vella son un mal augurio, dan miedo, el fantasma de la gentrificación está muy presente en el distrito. Pero en el Raval hay que invertir, dinero y especialmente valentía. Los candidatos que quieran gobernar Barcelona tienen tiempo para pensar e imaginar proyectos, sobretodo de vivienda. Hay edificios enfermos y sin ningún interés urbanístico que podrían servir para hacer pisos sociales o convertirse en zonas de ocio del barrio. Hay fincas enteras que ya son propiedad del Ayuntamiento. Hay que aprovechar la iniciativa del 30%, hay que conseguir que en el Raval viva más gente y que viva bien. En el próximo mandato en Ciutat Vella tendrían que pasar cosas, y estaría bien, que esta vez fueran buenas.