La clave

¿Haciendo república?

El 21-D enfrenta al independentismo con sus contradicciones: ni con coerciones ni con algaradas logrará ampliar su base social

Una pareja de Mossos d'Esquadra delante de la Llotja de Mar.

Una pareja de Mossos d'Esquadra delante de la Llotja de Mar. / FERRAN NADEU

Enric Hernàndez

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Todas las contradicciones del movimiento independentista estallan este 21-D en las calles de Barcelona y en toda Catalunya. Con la agitación y la propaganda como única estrategia compartida, el Govern lleva demasiado tiempo jugando con fuego. Es improbable que evite salir chamuscado.

No acaban las fuerzas secesionistas de superar la paradoja que supuso proclamar primero la independencia y luego concurrir a unas elecciones autonómicas convocadas por Mariano Rajoy al amparo del 155. Sorprende que quienes hicieron del binarismo su bandera —independencia ‘sí’ o ‘no’, demócratas frente a antidemócratas, o conmigo o contra mí...— no entendieran algo tan sencillo como que el cumplimiento de la ley no admite medias tintas: o se respeta o se desobedece. Y aceptar que sea el Rey quien rubrique tu nombramiento como ‘president’ de la Generalitat es algo más que un mero formalismo.

Reclamar un referéndum de autodeterminación pactado al mismo Estado al que se menosprecia por autoritario no parece muy juicioso. Tachar de “provocación” que el Gobierno se reúna en Barcelona para luego negociar una cita con Pedro Sánchez resulta una incongruencia palmaria. Y alentar movilizaciones que sembrarán el caos al tiempo que se ordena a los Mossos garantizar el orden supone, cuanto menos, una grave insensatez.

Tumbar el régimen

El ‘sí’ a la independencia jamás hubiera alcanzado el 47% del voto sin el viraje de Artur Mas al frente de un partido tan sistémico como CiU, que durante décadas ha regido la Generalitat, apuntalado a gobiernos centrales de todo signo y colocando a afines en todos los órganos constitucionales. Pese a ello, este viernes los posconvergentes se suman a una marcha bajo el lema ‘Tumbemos el régimen’... como si este les fuera ajeno.

Las clases medias y menestrales que nutren las filas del independentismo, conservadoras porque mucho tienen que conservar, se preguntan hoy si su causa es la misma que la de los encapuchados que les impiden abrir la tienda o queman contenedores. Ni con coerciones ni con algaradas ampliará el soberanismo su base social. ¿Es así como aspiran a ‘hacer república’?