Política catalana

Junqueras, diálogo o soliloquio

El 'exvicepresident' no apela a un verdadero diálogo entre catalanes, pues sigue sin aceptar las reglas del juego democrático y constitucional

Infografía de Trino

Infografía de Trino / periodico

Joaquim Coll

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Sorprende que el líder de ERC pase por ser el personaje dialogante del campo separatista solo porque, en contraste con la actitud desafiante del inquilino en Waterloo, su tono sea más amable y recurra a valores como amistad, fraternidad o amor. También le diferencia del primero que decidiera afrontar el proceso judicial en España y, como consecuencia de ello, se encuentre desde hace más de un año privado de libertad. Si a ello se añade la voluntad de salvar la autonomía política de ERC del remolino radical que agita Carles Puigdemont, se explica la creencia entre una parte de la izquierda y los medios de comunicación progresistas, según la cual, mientras el expresident fugado es el problema, el preso Oriol Junqueras es parte de la solución. Y el remedio, claro está, pasaría por su inmediata excarcelación, la absolución en el juicio o, en caso contrario, el indulto por parte del Gobierno español. Por desgracia, este es un análisis voluntarista, que no tiene en cuenta la trayectoria del personaje ni el fondo de sus declaraciones, tal como muestra una lectura atenta de la reciente entrevista que le hizo EL PERIÓDICO.

Ni un ápice de autocrítica

Junqueras es un maestro en obviar preguntas incómodas como las que le formuló Enric Hernàndez. Es incapaz de decir ni una sola cosa que ahora haría diferente, si pudiera rectificar, para evitar el fatal desarrollo de los acontecimientos en Catalunya. En toda la entrevista no hay un ápice de autocrítica, absolutamente nada. Todo se reduce, según el líder republicano, a calibrar bien las “fortalezas” y las “debilidades” propias en relación con el fin de la independencia. Se niega siempre a considerar cuáles fueron sus errores desde un punto de vista democrático. De esta forma, la gravedad de lo sucedido en el Parlament el 6 y 7 de septiembre no le merece ninguna reflexión, solo cuenta la violencia policial que el Estado utilizó el 1-O. Su reflexión sobre el referéndum unilateral no va más allá del victimismo sobre la fuerza bruta del Estado y, en cambio, no hay ni media palabra de consideración sobre el sufrimiento de la otra mitad de los catalanes que, como ciudadanos españoles, temieron perder sus derechos y libertades ante el anuncio de la DUI y la implementación de la república catalana. Las palabras que dedica contra Josep Borrell, al que insiste en situarlo en la “derecha extrema”, en alusión a su participación en las dos grandes manifestaciones constitucionalistas de aquel octubre, organizadas por SCC, indica que Junqueras se niega a reconocer como iguales a los catalanes que no piensan como él.

El modelo de Kosovo

Pese a apelar a los puentes del diálogo, no se ha movido un ápice de su posición unilateralista. En la citada entrevista, insiste en que “todos los caminos democráticos son válidos”, pero sin concretar cuáles. Y de forma aún más inquietante añade: “Quiero pensar que el Estado español no enviaría un Ejército para imponer por las armas su voluntad”. El 'president' del Parlament, Roger Torrent, y otros dirigentes de ERC en el Govern, como Pere Aragonès, dicen ahora que, frente a la vía eslovena de Quim Torra, su referente ha sido siempre Escocia, pero la hemeroteca demuestra que eso es falso. Los republicanos, bajo el liderazgo de Junqueras, apostaron por la vía unilateral en 2013, cogiendo como modelo Kosovo, y en su congreso de julio de este año volvieron a ratificar la posibilidad de una DUI. En cambio, a los independentistas escoceses no se les pasaría por la cabeza que pudiera haber secesión sin un pacto con Londres, incluso pese al desastre del 'brexit'.

Desde que está en la cárcel, más allá de refugiarse en un cierto martirologio para acrecentar su figura en rivalidad directa con Puigdemont, el líder de ERC jamás se ha arrepentido de su actuación en octubre de 2017, cuando evitó la convocatoria de elecciones anticipadas y forzó una DUI muy peligrosa para la paz civil. Junqueras, al igual que Torra, es un admirador de separatistas violentos como los hermanos Badia y tiene escritos racistas sobre la genética de los catalanes en comparación con los españoles. Dejarse engañar por el tono de sacristía del exvicepresident es un grave error. No hay que olvidar que estamos ante un esencialista que durante años se dedicó a propagar las mentiras del expolio fiscal (al igual que hizo Nigel Farage) y que jamás dejará de ser independentista, “aunque España fuera el mejor país del mundo”, ha declarado. Junqueras no apela a un verdadero diálogo entre catalanes, pues sigue sin aceptar las reglas del juego democrático y constitucional. Hasta que no lo haga jamás será parte de la solución. Por ahora solo quiere imponernos su soliloquio.