¿Manda alguien en la Generalitat?

Junqueras y Jordi Sánchez presionan a Torra para no romper el diálogo, pero el 'president'...

Quim Torra y Pedro Sánchez, en la Moncloa el pasado julio.

Quim Torra y Pedro Sánchez, en la Moncloa el pasado julio.

Joan Tapia

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El secesionismo más sensato está alarmado. La reunión del Consejo de Ministros en Barcelona es ya un serio problema. Primero porque el independentismo diverso y más asilvestrado (CDR, CUP, ACN) preparan protestas que pueden ser violentas. Segundo, porque Torra es remolón a entrevistarse con Pedro Sánchez.

Si hay disturbios y no hay encuentro, la política de desinflamación de Sánchez con el independentismo (no con toda Catalunya pues Foment le ha invitado a su cena anual) habrá fracasado. Y en tal caso la vía, que ha dado frutos, de diálogo y negociación con Madrid quedará muy tocada. La Generalitat lo pasará mal y el independentismo correrá el serio riesgo de toparse con el tripartito aznarista en la Moncloa.

No es lo que desean los que usan la regla de cálculo. Por eso Junqueras le lanzaba el domingo dos mensajes clave a Enric Hernàndez: no hay que romper los puentes de diálogo y (alarmante) “si se rompen no será por ERC”, y “las acciones de los CDR no ayudan, con encapuchados no haremos la República”. También por eso, Jordi Sánchez, uno de los líderes más estructurado del extraño conglomerado que es JxCat y que no va al unísono con Junqueras (uno está en huelga de hambre, el otro no) acaba de enviar una carta a Quim Torra (la relación no debe ser fluida pese a que fueron en la misma lista) advirtiéndole que “el diálogo nunca puede ser considerado una expresión de debilidad o una traición a no sabe que principios” y de los costes que tendría “un no encuentro” porque “el no diálogo es la victoria del populismo”. No sé el populismo que teme Sánchez, si el de la ANC (fue su presidente) o el de Vox. ¿Ambos?

Pero si Junqueras y Jordi Sánchez (el dos de la lista de JxCat) imploran a Torra un poco de “seny”, es que nadie manda. En la Generalitat no pueden ignorar los consejos de Junqueras y Jordi Sánchez (no siempre el mismo) pero luego está el desbarajuste de Torra -por ejemplo, su peculiar forma de inquietar a los Mossos- y las reacciones imprevisibles del hombre de Waterloo. Y por debajo de este cuarteto, Pere Aragonés (el segundo de Jonqueras) y Elsa Artadi (el nexo entre Puigdemont y Torra) luchan para que la Generalitat no se colapse. Añadamos la tensión que provoca el inminente juicio y las acusaciones de rebelión…

Torra no es el único culpable. Si nadie con “autoritas” pincha el globo de que vivimos en República, es lógico que un independentista de a pie (incluso Torra) crea que la reunión del gobierno de España en Barcelona es una aviesa provocación.

Junqueras tiene su cuota-parte de responsabilidad. Afirma: “A Sánchez no le debemos nada, debe ser valiente…” Puede creer que es Sánchez el deudor ya que tuvo el voto secesionista en la moción de censura. Sí, pero no es menos cierto que si Sánchez fracasa (aunque sea por cobarde), la alternativa es el tripartito de Pablo Casado. Jonqueras y Sánchez lo saben y las elecciones andaluzas se lo ha recordado. Torra desea ser querido por los activistas. Y a veces está tentado por el “cuanto peor, mejor”. Nadie manda.