Opinión | Editorial

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De nuevo, el machismo mata

Los hombres salen a correr de noche sin miedo a ser violados; las mujeres, sí. Esa es la diferencia que lo explica todo

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El asesinato de Laura Luelmo, la joven zamorana cuyo cadáver fue hallado este lunes a varios kilómetros de El Campillo (Huelva) con claras muestras de violencia, incrementa lamentablemente el número de víctimas mortales por ataques machistas en lo que va de año. Como se denunciaba en la reciente instalación 'Macho Men' de Álex Rigola, un recorrido por testimonios, datos, objetos, sentencias, declaraciones, vídeos y fotografías, más allá de calificar esta violencia como lacra convendría otorgarle la calificación de terrorismo, puesto que se trata de agresiones continuadas en el tiempo y con el común denominador del machismo como detonante de las muertes. Casos como el de Laura Luelmo (o anteriormente otros con un fuerte componente mediático, como el de Diana Quer, Marta del Castillo o Leticia Rosino), aun teniendo en cuenta las circunstancias dramáticas, no son sino la punta del iceberg de un comportamiento generalizado que se extiende desde el simple chiste al desprecio absoluto y el feminicidio.  No se trata de casos aislados, sino de asesinatos en los que a las víctimas se las mata por el mero hecho de ser mujeres.

De manera habitual, según las estadísticas, los ataques machistas se llevan a cabo en un 80% a manos de hombres del entorno de la víctima, pero –como ocurre ahora con Laura Luemo, recién llegada como maestra a El Campillo, y sin apenas tiempo de conocer a sus alumnos y vecinos– también se producen en circunstancias cotidianas (como ir a correr o pasear por la calle) sin más causas que el impulso de depredación animal. La misma víctima retuiteó hace meses un mensaje que es toda una declaración de intenciones para luchar contra la violencia, explícita e implícita, mortal o mental: “Te enseñan a no ir sola por sitios oscuros en vez de enseñar a los monstruos a no serlo; ese es el problema”. Porque ahora tenemos que hablar por desgracia de una muerte, pero a menudo hemos de referirnos a terrores de cada día, a la impunidad de gestos o agresiones y violaciones, al miedo al llegar a casa, a la imposibilidad de llevar una vida libre de amenazas o temores. Los hombres salen a correr de noche y no tienen miedo de ser violados o asesinados; las mujeres, sí. Esa es la diferencia que lo explica todo. El lema #NiUnaMenos ha de imponerse como absoluta necesidad, a través de más educación, de un mayor esfuerzo institucional y de una justicia más radical.