La defensa común en la Unión Europea

Las fuerzas armadas europeas

Los ejércitos de los estados de la UE están preparados para ser solo uno, pero falta la decisión política

Soldados belgas patrullan junto a las banderas de la UE que ondean a media asta por el atentado de Manchester, el 23 de mayo, en Bruselas.

Soldados belgas patrullan junto a las banderas de la UE que ondean a media asta por el atentado de Manchester, el 23 de mayo, en Bruselas. / periodico

Rafa Martínez

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Acostumbra a pasar inadvertido que una de las razones fundacionales de la CEE, por no decir la principal, fue la defensa.  No en vano, la primera comunidad europea, la del carbón y el acero, firmada en 1951 (CECA), estuvo precedida en 1947 del tratado de asistencia militar recíproca rubricado en Dunquerke entre el Reino Unido y Francia. Tratado que se amplió en Bruselas al año siguiente incorporando a Bélgica, Holanda y Luxemburgo, consagrando la cláusula de defensa mutua y configurando la Unión Occidental, germen de lo que luego sería la Unión Europea Occidental (UEO).

El empeño europeo estaba lanzado y en 1950 Francia propuso la idea de la Comunidad Europea de Defensa (CED) que preveía la creación de unas fuerzas armadas europeas y que comprometía a los estados firmantes a no tener ejércitos distintos del común.  En 1952, los seis países que el año anterior habían creado la CECA firmaron la CED y se comprometieron a la creación de unas fuerzas armadas europeas. Sin embargo, en 1954, el Parlamento francés se negó a ratificar la CED y con ello cayó la ambición de un ejército europeo. Como alternativa, se reformuló el tratado de Bruselas integrando a Alemania e Italia y se consolidó la cooperación militar y la asistencia defensiva mutua. Tras una vida azarosa, la UEO se disolvió en el 2011 toda vez que el tratado de Lisboa recoge la asistencia defensiva mutua y la definición de una política común de defensa que conduzca a una defensa común; es decir, entre otras cosas a unas fuerzas armadas europeas (art. 42.2 y 7).

En el 2017, la Comisión Europea, en el 'Libro blanco sobre el futuro de Europa', advirtió cinco potenciales escenarios: seguir igual, volver a ser solo un mercado único, geometría variable, ganar eficiencia y más Europa. Esos cinco escenarios prevén solo tres posibles evoluciones en la política de defensa: la primera, cooperación como hasta la fecha; la segunda, compartir la política, reforzando la actual política interestatal, y la tercera, integración, saltar de lo interestatal a lo comunitario y crear una defensa común. El peor escenario de los planteados nos habla de lo que hoy existe: 15 grupos de combate europeos en donde se entremezclan diferentes ejércitos estatales, permanentes maniobras conjuntas, interoperabilidad de los equipos, despliegues coordinados, mandos y acuartelamientos conjuntos y operaciones internacionales multinacionales. Hace tiempo que los ejércitos de los estados de la UE están preparados para ser solo uno y trabajan, en no pocas ocasiones, como si solo fuesen uno; la que no está tomada es la decisión política, que ha de ser unánime.

A los estados soberanos les quedan ya pocas excusas de pervivencia dentro de una Europa políticamente integrada. Probablemente, el mantenimiento de unas fuerzas armadas bajo su bandera es uno de los últimos rescoldos.  Bienvenida sea, en todo caso, la corriente de europeísmo que supondría disponer de unas únicas fuerzas armadas y no de 28; pero volver a lograr lo que ya se firmó en 1952 no parece que vaya a ser fácil.